Un cuervo me observa...
Y el cuervo nunca emprendió el vuelo. Aún sigue posando, aún sigue posando en el pálido busto de Palas. En el dintel de la puerta de mi cuarto. Y sus ojos tienen la apariencia de los de un demonio que está soñando. Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama tiende en el suelo su sombra. Y mi alma, del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo, no podrá liberarse. ¡Nunca más! Fragmento final del poema El Cuervo de Edgar Allan Poe.