Never Let Me Go: Tiempo Prestado
Never Let Me Go (Nunca Me Abandones) guión de Alex Garland basándose en la novela de ciencia ficción del mismo nombre de Kazuo Ishiguro y bajo la dirección de Mark Romanek.
Dentro de un marco histórico alterno donde la humanidad ha alcanzado un promedio de vida de 100 años hacia mediados del Siglo XX pero con un alto precio a pagar pues se requieren de donadores para alcanzar dicha meta, y es bajo estas circunstancias que conocemos a Kathy (Izzy Meikle-Small) y a Ruth (Ella Purnell), quienes compiten por el afecto de Tommy (Charlie Rowe), todo esto dentro del idílico colegio Halesham donde están estrictamente vigiladas para mantenerlos alejados del mundo exterior, y condicionados para cumplir su destino. Después, en 1985, los ahora adolescentes Kathy (Carey Mulligan), Tommy (Andrew Garfield) y Ruth (Keira Knightley) viven en una modesta comunidad donde inician “contacto” con la sociedad real. Ahí continúa el triángulo amoroso de los jóvenes, las preocupaciones por los misterios de su procedencia y las curiosas reglas que rigen el sistema de "donaciones". Años más tarde, en 1994, los encontramos con mayor madurez emocional y con una idea más clara de los factores que determinaron su relación a lo largo de los años y de lo que les depara el futuro.
Aún cuando desde el inicio de la trama se nos presenta una historia de ciencia ficción nos vamos dando cuanta con el pasar de los fotogramas de que es ciencia ficción del tipo filosófico y cerebral que se vale de un entorno fantástico para sondear los sentimientos humanos, la naturaleza del alma y el peso de nuestras decisiones cuando circunstancias extremas nos alcanzan. Por ello funciona muy bien como un solido drama que logra cuestionar al espectador sobre su verdadera naturaleza.
Y es que lanza una pregunta fundamental ¿Tendríamos alma si no naciéramos de forma natural?, ¿Dejaríamos de tener sentimientos por esta simple condición?, Y sobre todo ¿Cómo viviríamos si realmente conocemos nuestro fin? A pesar de ser una trama sencilla logra causar en los espectadores una profunda sensación de búsqueda de respuestas hacia elementos filosóficos que han existido por años pero también nos deja algunas enseñanzas como por ejemplo de que a pesar de todo debemos tener integridad, tanto mental como espiritual; mas que añorar el pasado o sentir miedo por el futuro debemos vivir el ahora ya que fácilmente se queda atrás y sobre todo madurar dadas nuestras experiencias ya sean muchas o pocas porque aparte de nuestros sentimientos, las experiencias son las que nos forjan como seres humanos.
Es curioso como de elementos de entretenimiento cotidiano, en este caso la historia de Nunca Me Abandones puede darnos enseñanzas tan claras y profundas como el mejor tutor que tengamos, claro para comprender estas enseñanzas debemos adquirir cierto conocimiento y haber tenido ciertas experiencias previas pero esto no nos exime de ignorar dicho conocimiento. Al final, las enseñanzas están en todos y cada uno de los elementos que rodean nuestra vida.
Ahora bien debemos hablar de las actuaciones de los 3 protagonistas. Por un lado tenemos el trabajo de los infantes Charlie Rowe, Izzy Meikle-Small y Ella Purnell al principio de la cinta que logran transmitir los primeros sentimientos que surgen dentro de sus personajes; por otra parte merece un aplauso la directora de casting Kate Dowd por encontrar a niños que fueran idénticos a sus versiones adultas y además excelentes actores. Por su parte Mulligan, Garfield y Knightley son excelsos con sus papeles, aunque sean simples y sencillos de llevar, logran transmitir de forma genuina la rabia, impotencia, los celos y desesperanza en la que se encuentran sus personajes. Por otro lado el director Mark Romanek y el guionista Alex Garland hacen una excelente labor al no caer en clichés baratos y cursilería y mantener el aspecto de una historia profunda, melancólica e inteligente.
Al final Nunca me Abandones es una cinta sencilla pero poderosa logra cuestionar el verdadero significado de ser humano y los alcances que tendríamos si nos encontráramos en una situación como la de los protagonistas.
Dentro de un marco histórico alterno donde la humanidad ha alcanzado un promedio de vida de 100 años hacia mediados del Siglo XX pero con un alto precio a pagar pues se requieren de donadores para alcanzar dicha meta, y es bajo estas circunstancias que conocemos a Kathy (Izzy Meikle-Small) y a Ruth (Ella Purnell), quienes compiten por el afecto de Tommy (Charlie Rowe), todo esto dentro del idílico colegio Halesham donde están estrictamente vigiladas para mantenerlos alejados del mundo exterior, y condicionados para cumplir su destino. Después, en 1985, los ahora adolescentes Kathy (Carey Mulligan), Tommy (Andrew Garfield) y Ruth (Keira Knightley) viven en una modesta comunidad donde inician “contacto” con la sociedad real. Ahí continúa el triángulo amoroso de los jóvenes, las preocupaciones por los misterios de su procedencia y las curiosas reglas que rigen el sistema de "donaciones". Años más tarde, en 1994, los encontramos con mayor madurez emocional y con una idea más clara de los factores que determinaron su relación a lo largo de los años y de lo que les depara el futuro.
Aún cuando desde el inicio de la trama se nos presenta una historia de ciencia ficción nos vamos dando cuanta con el pasar de los fotogramas de que es ciencia ficción del tipo filosófico y cerebral que se vale de un entorno fantástico para sondear los sentimientos humanos, la naturaleza del alma y el peso de nuestras decisiones cuando circunstancias extremas nos alcanzan. Por ello funciona muy bien como un solido drama que logra cuestionar al espectador sobre su verdadera naturaleza.
Y es que lanza una pregunta fundamental ¿Tendríamos alma si no naciéramos de forma natural?, ¿Dejaríamos de tener sentimientos por esta simple condición?, Y sobre todo ¿Cómo viviríamos si realmente conocemos nuestro fin? A pesar de ser una trama sencilla logra causar en los espectadores una profunda sensación de búsqueda de respuestas hacia elementos filosóficos que han existido por años pero también nos deja algunas enseñanzas como por ejemplo de que a pesar de todo debemos tener integridad, tanto mental como espiritual; mas que añorar el pasado o sentir miedo por el futuro debemos vivir el ahora ya que fácilmente se queda atrás y sobre todo madurar dadas nuestras experiencias ya sean muchas o pocas porque aparte de nuestros sentimientos, las experiencias son las que nos forjan como seres humanos.
Es curioso como de elementos de entretenimiento cotidiano, en este caso la historia de Nunca Me Abandones puede darnos enseñanzas tan claras y profundas como el mejor tutor que tengamos, claro para comprender estas enseñanzas debemos adquirir cierto conocimiento y haber tenido ciertas experiencias previas pero esto no nos exime de ignorar dicho conocimiento. Al final, las enseñanzas están en todos y cada uno de los elementos que rodean nuestra vida.
Ahora bien debemos hablar de las actuaciones de los 3 protagonistas. Por un lado tenemos el trabajo de los infantes Charlie Rowe, Izzy Meikle-Small y Ella Purnell al principio de la cinta que logran transmitir los primeros sentimientos que surgen dentro de sus personajes; por otra parte merece un aplauso la directora de casting Kate Dowd por encontrar a niños que fueran idénticos a sus versiones adultas y además excelentes actores. Por su parte Mulligan, Garfield y Knightley son excelsos con sus papeles, aunque sean simples y sencillos de llevar, logran transmitir de forma genuina la rabia, impotencia, los celos y desesperanza en la que se encuentran sus personajes. Por otro lado el director Mark Romanek y el guionista Alex Garland hacen una excelente labor al no caer en clichés baratos y cursilería y mantener el aspecto de una historia profunda, melancólica e inteligente.
Al final Nunca me Abandones es una cinta sencilla pero poderosa logra cuestionar el verdadero significado de ser humano y los alcances que tendríamos si nos encontráramos en una situación como la de los protagonistas.
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