Interstellar: Polvo y Ecos
Christopher Nolan cuenta con la destreza de hacer cine de autor sin perder de vista el impacto comercial de sus trabajos, lo que lo ha colocado en un sitio donde millones de espectadores esperan ansiosos cada nuevo trabajo suyo y en ocasión nos presenta Interstellar (Interestelar), un proyecto con el cual, el director se embarca, y nosotros con él, en un viaje asombroso por diferentes galaxias y realidades, mundos paralelos y planetas con paisajes extraordinarios.
El futuro de la raza humana está en peligro, ya que una plaga de roya ésta destruyendo los principales plantíos del planeta, además de que cada día son más frecuentes inmensas tormentas de polvo, lo que provoca una creciente escasez de alimento a nivel global. Mientras tanto, un grupo de científicos liderado por el profesor Brand (Michael Caine) idean el Proyecto Lázaro, una misión interestelar que pretende atravesar un recién descubierto “agujero de gusano”, una ruptura en el continuo espacio-tiempo, que les permitirá viajar a otros mundos posiblemente habitables, dando a la humanidad la oportunidad de ampliar su vida útil. Y para ello un grupo de exploradores a bordo de la nave Endurance, integrado por Cooper (Matthew McConaughey), Amelia (Anne Hathaway), Doyle (Wes Bentley) y Romilly (David Gaysi), realizaran dicho viaje hacia lo desconocido, el cual los obligara a ir más lejos que cualquier ser humano en la historia.
Christopher Nolan cree en la experiencia que debe brindar el cine espectáculo, pero sabe muy bien que para que dicha experiencia sea completa la trama debe ser lo suficientemente llamativa, así como inteligente, además de que la ejecución de esta lo es todo, con ello demuestra ambición para encumbrar su carrera hasta el nivel de los más grandes directores de cine.
Con Interestelar, su más grande proyecto hasta ahora, pretende elevar aún más ese estatus de gran director, dicho proyecto cuenta con la consultoría científica del afamado cosmólogo Kip S. Thorne quien no sólo ayudo al director a sentar las bases para hacer entendible a la Teoría de la Relatividad, las leyes que rigen a las grandes masas existentes en el universo y el paso del tiempo en los diferentes espacios que transcurre en la cinta, sino que también colaboró muy de cerca con los diseñadores de efectos especiales para intentar mostrar en pantalla todos y cada uno de los fenómenos cósmicos que ahí se proyectan.
Pero más allá de los datos y aspectos científicos que muestra la cinta y para evitar que esta sea puramente sobre astrofísica, Christopher Nolan, con ayuda de su hermano Jonathan, introduce aspectos filosóficos sobre las relaciones interhumanas, la memoria y los sentimientos, sobre lo poco que nos conocemos, tanto como raza como individuos, nuestro lugar en el Universo, la inmensidad de este con respecto a nuestro tiempo de vida, además del desconocimiento que tenemos con respecto a él.
La relación de filosofía y ciencia que Nolan plantea nos muestra su fascinación por la literatura de Isaac Asimov, Arthur C. Clarke, Robert A. Heinlein, Carl Sagan y Ray Bradbury. Pero también la influencia de directores como Kubrick, Boyle, Spielberg y Tarkovsky.
No obstante, la cinta no resulta ser redonda como muchos quisiéramos, ni tan emotiva como en principio parece y es que Nolan se obsesiona por la precisión de los datos científicos para después darle una salida “fácil” a ciertas escenarios, es cierto, hay condiciones cósmicas que resultan especulativas, ya que no se tienen datos concretos sobre estas, pero uno esperaría que su resolución fuera al menos mucho más inteligentes, mejor pensadas.
Lo que realmente atrapa es su parte técnica, gracias a la fotografía a cargo de Hoyte Van Hoytema y la edición de Lee Smith, los detalles están hechos para crear la ilusión perfecta de realidad, una avalancha de fotogramas de tanta belleza que durante dos horas y cuarenta minutos se encuentran poco motivos para apartar los ojos de la pantalla. El juego de audio es también impactante, en el viaje que los sonidos hacen entre todos sus planos, acentuando la sensación de zozobra y angustia que muchas veces permea la película. La música de Hans Zimmer acompaña de forma armónica las imágenes en pantalla, llenando de emoción donde debe hacerlo.
A nivel actoral, la cinta descansa totalmente en Matthew McConaughey, quien logra transmitir toda una gama de emociones, aunque por momentos no se esfuerza lo suficiente. Lo acompaña en la aventura Anne Hathaway, quien histriónicamente resulta un poco desperdiciada. Complementa el cuadro Michael Caine, Matt Damon, Jessica Chastain, Casey Affleck y John Lithgow, siendo Michael Caine quien logra llevarse los aplausos con su actuación.
Una cinta que se recomienda ver con los ojos abiertos y la mente despierta, pues resulta ser compleja y a la vez maravillosa, gracias a cada una de las escenas del cosmos. Interestelar es una película que los fans de Christopher Nolan aceptarán y adoraran a cada momento, para el público general proveerá de una experiencia visual apabullante. Tal vez muchos, la amen o la odien, pero nadie quedara indiferente al momento en que los créditos finales aparezcan.
El futuro de la raza humana está en peligro, ya que una plaga de roya ésta destruyendo los principales plantíos del planeta, además de que cada día son más frecuentes inmensas tormentas de polvo, lo que provoca una creciente escasez de alimento a nivel global. Mientras tanto, un grupo de científicos liderado por el profesor Brand (Michael Caine) idean el Proyecto Lázaro, una misión interestelar que pretende atravesar un recién descubierto “agujero de gusano”, una ruptura en el continuo espacio-tiempo, que les permitirá viajar a otros mundos posiblemente habitables, dando a la humanidad la oportunidad de ampliar su vida útil. Y para ello un grupo de exploradores a bordo de la nave Endurance, integrado por Cooper (Matthew McConaughey), Amelia (Anne Hathaway), Doyle (Wes Bentley) y Romilly (David Gaysi), realizaran dicho viaje hacia lo desconocido, el cual los obligara a ir más lejos que cualquier ser humano en la historia.
Christopher Nolan cree en la experiencia que debe brindar el cine espectáculo, pero sabe muy bien que para que dicha experiencia sea completa la trama debe ser lo suficientemente llamativa, así como inteligente, además de que la ejecución de esta lo es todo, con ello demuestra ambición para encumbrar su carrera hasta el nivel de los más grandes directores de cine.
Con Interestelar, su más grande proyecto hasta ahora, pretende elevar aún más ese estatus de gran director, dicho proyecto cuenta con la consultoría científica del afamado cosmólogo Kip S. Thorne quien no sólo ayudo al director a sentar las bases para hacer entendible a la Teoría de la Relatividad, las leyes que rigen a las grandes masas existentes en el universo y el paso del tiempo en los diferentes espacios que transcurre en la cinta, sino que también colaboró muy de cerca con los diseñadores de efectos especiales para intentar mostrar en pantalla todos y cada uno de los fenómenos cósmicos que ahí se proyectan.
Pero más allá de los datos y aspectos científicos que muestra la cinta y para evitar que esta sea puramente sobre astrofísica, Christopher Nolan, con ayuda de su hermano Jonathan, introduce aspectos filosóficos sobre las relaciones interhumanas, la memoria y los sentimientos, sobre lo poco que nos conocemos, tanto como raza como individuos, nuestro lugar en el Universo, la inmensidad de este con respecto a nuestro tiempo de vida, además del desconocimiento que tenemos con respecto a él.
La relación de filosofía y ciencia que Nolan plantea nos muestra su fascinación por la literatura de Isaac Asimov, Arthur C. Clarke, Robert A. Heinlein, Carl Sagan y Ray Bradbury. Pero también la influencia de directores como Kubrick, Boyle, Spielberg y Tarkovsky.
No obstante, la cinta no resulta ser redonda como muchos quisiéramos, ni tan emotiva como en principio parece y es que Nolan se obsesiona por la precisión de los datos científicos para después darle una salida “fácil” a ciertas escenarios, es cierto, hay condiciones cósmicas que resultan especulativas, ya que no se tienen datos concretos sobre estas, pero uno esperaría que su resolución fuera al menos mucho más inteligentes, mejor pensadas.
Lo que realmente atrapa es su parte técnica, gracias a la fotografía a cargo de Hoyte Van Hoytema y la edición de Lee Smith, los detalles están hechos para crear la ilusión perfecta de realidad, una avalancha de fotogramas de tanta belleza que durante dos horas y cuarenta minutos se encuentran poco motivos para apartar los ojos de la pantalla. El juego de audio es también impactante, en el viaje que los sonidos hacen entre todos sus planos, acentuando la sensación de zozobra y angustia que muchas veces permea la película. La música de Hans Zimmer acompaña de forma armónica las imágenes en pantalla, llenando de emoción donde debe hacerlo.
A nivel actoral, la cinta descansa totalmente en Matthew McConaughey, quien logra transmitir toda una gama de emociones, aunque por momentos no se esfuerza lo suficiente. Lo acompaña en la aventura Anne Hathaway, quien histriónicamente resulta un poco desperdiciada. Complementa el cuadro Michael Caine, Matt Damon, Jessica Chastain, Casey Affleck y John Lithgow, siendo Michael Caine quien logra llevarse los aplausos con su actuación.
Una cinta que se recomienda ver con los ojos abiertos y la mente despierta, pues resulta ser compleja y a la vez maravillosa, gracias a cada una de las escenas del cosmos. Interestelar es una película que los fans de Christopher Nolan aceptarán y adoraran a cada momento, para el público general proveerá de una experiencia visual apabullante. Tal vez muchos, la amen o la odien, pero nadie quedara indiferente al momento en que los créditos finales aparezcan.
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