Arrepentimiento
Cuando Shibli tiró la rosa
Si has hecho algo equivocado, ve donde esa persona. Sé humilde, pide perdón. Sólo esa persona puede perdonarte, nadie más. Y recuerda que ése es el significado de la palabra «pecado»: olvido. Por tanto, no vuelvas a olvidarlo y repitas lo mismo; en otro caso, pedir perdón perderá todo el sentido. Sé cuidadoso, permanece alerta, sé consciente; y no vuelvas a hacer lo mismo. Recuerda no cometer otra vez el mismo error; esto debería convertirse en una decisión que tomas, entonces estás realmente arrepentido. El arrepentimiento puede convertirse en un fenómeno muy, muy profundo si comprendes la responsabilidad. Entonces, incluso algo mínimo, si se convierte en verdadero arrepentimiento, no sólo verbal, no sólo superficial; si se hunde en tus raíces, si te arrepientes de raíz; si todo tu ser tiembla y llora, y te salen lágrimas —no sólo de tus ojos, de cada célula de tu cuerpo— entonces el arrepentimiento puede convertirse en una transfiguración.
La primera vez que se dio a conocer el nombre de Shibli fue cuando Mansoor al-Hillaj estaba siendo asesinado. En el pasado, muchos han sido asesinados por gente supuestamente religiosa —Jesús fue asesinado—, pero nunca hubo un crimen igual al de al-Hillaj. Primero le cortaron las piernas —estando vivo— y después las manos. Después le arrancaron la lengua y le sacaron los ojos; y seguía vivo. Lo cortaron en pedazos.
¿Y cuál era el crimen que había cometido? Había dicho: An'al Hak. Significa: «Soy la Verdad, soy Dios». Todos los videntes de los Upanishads lo declaran: «Aham Brahmasmi: soy Brahma, el Ser Supremo». Pero los mahometanos no pudieron tolerarlo.
Mansoor es uno de los grandes sufíes. Cuando empezaron a cortarle las manos miró al cielo, rezó a Dios y dijo: — ¡No puedes engañarme! Puedo verte en todos los presentes. ¿Estás tratando de engañarme? ¿Has venido como un asesino, como un enemigo? Pues te digo que vengas como vengas te reconoceré, porque te he reconocido dentro de mí. Ahora no hay posibilidad de engaño.
Shibli era compañero y amigo de al-Hillaj. La gente tiraba piedras y barro para ridiculizar a al-Hillaj, y Shibli permanecía allí. Mansoor se reía. De repente empezó a llorar porque Shibli le lanzó una rosa. Alguien le preguntó: —¿Qué pasa? ¿Te has vuelto loco? ¿Te ríes cuando te tiran piedras y ahora que Shibli te ha lanzado una rosa te pones a llorar?
Mansoor dijo: —La gente que me tira piedras no sabe lo que hace. Pero Shibli tiene que saberlo. Será difícil que Dios le perdone. Otros serán perdonados porque actúan por ignorancia; no pueden evitarlo. En su ceguera es todo lo que pueden hacer. Pero Shibli, ¡es alguien que sabe! Por eso lloro por él. Él es el único que está cometiendo un pecado aquí.
Y esta declaración de Mansoor cambió completamente a Shibli. Tiró el Corán, las escrituras y dijo: —Ni siquiera me han hecho comprender que todo conocimiento es inútil. Ahora buscaré el verdadero conocimiento. Y cuando después le preguntaron por qué había lanzado la rosa, dijo: —Tenía miedo de la multitud. Si no hubiera lanzado nada, la gente podría creer que soy de su grupo. Podrían ponerse violentos conmigo. Por eso lancé la flor, fue una concesión. Mansoor tenía razón: lloraba por mi miedo, por mi cobardía. Lloraba porque había transigido ante la multitud. Pero Shibli entendió. El llanto de Mansoor fue transformador.
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