Real Steel: ¿Dónde recibimos todos esos maravillosos robots?

Un tema tan en boga en los últimos años es sobre los robots que son “aceptados” como parte la sociedad existente, aunque ello signifique que sean usados solo como protagonistas de peleas entre ellos para entretener a un publico; argumento en el cual se basa Real Steel (Gigantes de Acero) que corre bajo la dirección de Shawn Levy y con la participación de Hugh Jackman.

Año 2020 los duelos pugilísticos entre personas han sido sustituidos por peleas entre robots que sobrepasan los 2 metros de alto. Charlie Kenton (Hugh Jackman), boxeador retirado y venido a menos, trata de mantenerse en el negocio de lucha de robots pero vez tras vez fracasa estrepitosamente, aunado a ello se le encomienda el cuidado de su hijo Max (Dakota Goyo), al cual nunca ha tratado, mientras sus futuros tutores se encuentran de viaje. Después de una aparatosa derrota Charlie y Max encuentran una vieja y abandonada unidad de boxeo denominada Atom él cual los elevara hasta el circuito de campeones mundiales de luchas y los unirá como padre e hijo.

Shawn Levy se ha caracterizado por comedias de corte familiar, cuyo trasfondo generalmente se basan en la pobre relación que tiene el protagonista y su primogénito dando como resultado argumentos autocomplacientes y huecos donde se puede obtener una moraleja sobre la importancia de dicha relación con la diferencia de que en esta ocasión le añade un muy ligero toque de ciencia ficción para mantenerse al día con respecto a la temática actual. Dicho tratamiento “futurista” solo evidencia las carencias del libreto, el cual cuenta con todos los ingredientes apreciados en una cinta sobre deportes, sobre todo del mundo boxístico, elementos como por ejemplo el deportista venido a menos, o aquel por el cual no dan un quinto y sin embargo cuenta con “gran corazón y voluntad”, la derrota que huele a victoria, el aprendizaje de las malas situaciones, la oportunidad de hacerse valer, etc. conjuntamente tenemos una trama simplona, repetitiva, lacrimógena, tramposa e inverosímil. Es como combinar El Gigante de Hierro con Rocky con toques de videojuegos de peleas pero sin cerebro ni alma.

Aún con lo anteriormente expresado debo confesar que la cinta logro entretenerme durante sus 127 minutos de duración, tal vez por la forma ágil de contar dicha historia o por las escenas de pelea bien coreografiadas y digitalizadas por Digital Domain o simplemente porque Hugh Jackman es un actor carismático y competente con su trabajo no importando la clase de proyecto en el que se involucre.

Como sea el caso Gigantes de Acero es una cinta recomendada para ver un Domingo en total relajación y tranquilidad donde se pretende disfrutar de una simple pelea entre mastodontes metálicos para beneplácito del espectador.


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