Lo máximo y lo inexpresable
No-Mente
El estado de no-mente es el estado de lo divino. Dios no es un pensamiento, sino la experiencia de la ausencia de pensamientos. No es un contenido mental; es la explosión que se produce cuando la mente carece de contenidos. No es un objeto que puedas ver; es la misma capacidad de ver. No es lo visto, sino quien ve. No es como las nubes que se juntan en el cielo, sino como un cielo sin nubes. Es ese cielo vacío.
Cuando la conciencia no se proyecta en ningún objeto, cuando no hay nada que ver, nada que pensar, y sólo hay vacío alrededor, entonces uno cae sobre sí mismo. No hay lugar donde ir: uno se relaja en su propia fuente, y esa fuente es Dios.
Tu ser interno no es otra cosa que tu cielo interno. El cielo está vacío, pero el cielo vacío lo contiene todo, toda la existencia, el sol, la luna, las estrellas, la tierra, los planetas. El cielo vacío da espacio a todo lo que es, forma el trasfondo de toda la existencia. Las cosas vienen y van, y el cielo sigue siendo el mismo.
Exactamente de la misma forma tienes un cielo interno, que también está vacío. Las nubes vienen y van, los planetas nacen y desaparecen, las estrellas surgen y mueren, y el cielo interno permanece igual, intocado, inmaculado, íntegro. A ese cielo interno lo llamamos sakshin, el testigo, y es el objetivo de toda meditación.
Entra y disfruta del cielo interno. Recuerda: no eres ninguna de las cosas que puedes ver. Puedes ver los pensamientos, entonces no eres los pensamientos; puedes ver los sentimientos, entonces no eres los sentimientos; puedes ver los sueños, los deseos, los recuerdos, las imaginaciones, las proyecciones, entonces no eres nada de eso. Sigue eliminando todo lo que puedas ver. Entonces, un día llega el momento tremendo, el momento más significativo de la vida, cuando no queda nada que rechazar. Todo lo visto desaparece y sólo queda el que ve. Y el que ve es el cielo vacío.
Saberlo es no tener miedo, y saberlo es, además, estar lleno de amor. Saberlo es ser Dios, es ser inmortal.
Cuando la conciencia no se proyecta en ningún objeto, cuando no hay nada que ver, nada que pensar, y sólo hay vacío alrededor, entonces uno cae sobre sí mismo. No hay lugar donde ir: uno se relaja en su propia fuente, y esa fuente es Dios.
Tu ser interno no es otra cosa que tu cielo interno. El cielo está vacío, pero el cielo vacío lo contiene todo, toda la existencia, el sol, la luna, las estrellas, la tierra, los planetas. El cielo vacío da espacio a todo lo que es, forma el trasfondo de toda la existencia. Las cosas vienen y van, y el cielo sigue siendo el mismo.
Exactamente de la misma forma tienes un cielo interno, que también está vacío. Las nubes vienen y van, los planetas nacen y desaparecen, las estrellas surgen y mueren, y el cielo interno permanece igual, intocado, inmaculado, íntegro. A ese cielo interno lo llamamos sakshin, el testigo, y es el objetivo de toda meditación.
Entra y disfruta del cielo interno. Recuerda: no eres ninguna de las cosas que puedes ver. Puedes ver los pensamientos, entonces no eres los pensamientos; puedes ver los sentimientos, entonces no eres los sentimientos; puedes ver los sueños, los deseos, los recuerdos, las imaginaciones, las proyecciones, entonces no eres nada de eso. Sigue eliminando todo lo que puedas ver. Entonces, un día llega el momento tremendo, el momento más significativo de la vida, cuando no queda nada que rechazar. Todo lo visto desaparece y sólo queda el que ve. Y el que ve es el cielo vacío.
Saberlo es no tener miedo, y saberlo es, además, estar lleno de amor. Saberlo es ser Dios, es ser inmortal.
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