Bakjwi: ¿Quién es Víctima y Quién es Enemigo?

Bakjwi (Sed de Sangre) es la incursión del cineasta coreano Chan-wook Park a la mitología vampírica y tomo como punto de partida el libro de Émile Zola, Thérèse Raquin.

Sang-hyeon (Kang-ho Song) es un sacerdote católico que se involucra voluntariamente en un experimento que busca la vacuna contra un letal virus, sorpresivamente logra sobrevivir a tales pruebas pero con un efecto colateral: desarrolla la mayoría de las características de un verdadero vampiro; mientras intenta lidiar con tales facultades se reencuentra con un antiguo conocido Kang-woo (Ha-kyun Shin), el cual le ofrece asilo en su casa y es ahí donde conoce a la esposa de este Tae-ju (Ok-bin Kim) con la cual inicia inmediatamente una relación adultera la cual los llevara a un torbellino de traiciones, muerte y sangre.

Siendo el vampirismo el mito más explotado en el cine, sobre todo en la actualidad, es difícil conseguir que una historia de este tipo nos mantenga atentos a su desarrollo pero Chan-wook Park lo logra al construir su cinta en torno a una tragedia clásica y aun cuando toma los elementos más clásicos del vampiro, sus agudos sentidos, su gran fuerza y habilidades, el efecto de alergia solar y la constante necesidad de sangre también los dota de sentimientos reales e imperfectos, miedos, prejuicios, conciencia y moral o mejor dicho doble moral pues Sang-hyeon se cuestiona más de una vez si sus actos son bien vistos por Dios, o si son en realidad correctos. Acertadamente se le cuestiona: ¿Está pecando el zorro cuando se come a una gallina?

En conjunción a la trama y su desarrollo Chan-wook Park recrea un ambiente nocturno lleno de colores y luz y se aleja considerablemente de los tonos oscuros o góticos que muchas cintas de este tipo adoptan. Los interiores y exteriores son parte fundamental de la trama pues cada uno amplia la visión y los sentimientos que tienen cada personaje, dando un contexto claro sobre ellos mismos y su historia de amor. Cada detalle, incluso el más insignificante para el espectador es fundamental y contiene un significado para ir descubriendo la verdad que esconden los protagonistas. Cada encuadre, cada toma y movimiento de cámara es realizado con cuidado y esmero y la iluminación en tonos azules, verdes y blancos contrasta enormemente con el tono sangre necesario para recrear la sed que sufre un vampiro denotando una frialdad estética, aquí la violencia cruda y sin miramientos no es lo que más preocupa sino las acciones y pensamientos más cotidianos llenos de brutalidad y salvajismo dejando que la repulsión y el estremecimiento lleguen con dichas acciones. Se pone en duda si estas ideas brotan por el hecho de ser vampiros o ya existían con anterioridad.

Aun cuando en su mayor parte intenta mantenerse en un tono dramático – terrorífico existen momentos cómicos que podrían desconcertar a los cinéfilos menos aventajados pero Chan-wook Park lo hace de esta manera para mantener nuestra total atención en la cinta.

Una película altamente recomendada para quienes disfrutan de tramas vampíricas, verdaderas tramas vampíricas y desean algo totalmente diferente a aquellos que brillan con el Sol. Solo una única advertencia se deberá tener la suficiente paciencia y mentalidad para comprenderla y contemplarla como una cinta de vampiros no estadounidenses, ni siquiera europeos.

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