Carnage: Ves, y Todos Decían que esto iba a ser Difícil
Roman Polanski explora un auténtico microcosmos de vida confinado a un espacio muy limitado para revelar historias sobre la naturaleza humana y su inevitable paso de una armonía aparente, el caos insospechado, en su más reciente filme, Carnage (¿Sabes Quién Viene?), basada en la obra Le Dieu du Carnage (Un Dios Salvaje) de Yazmina Reza. Una aguda comedia adulta anclada en la realidad políticamente correcta que se vive en la actualidad.
Penelope (Jodie Foster) y Michael Longstreet (John C. Reilly) son un matrimonio de clase media que vive en el barrio de Park Slope, en Brooklyn. La tarde en que ocurre la acción, reciben en casa a Nancy (Kate Winslet) y Alan Cowan (Christoph Waltz) una pareja de posición privilegiada cuyo hijo de 11 años agredió y lesionó a su coetáneo, hijo de los anfitriones, en una gresca en un parque infantil. Al principio, todo es cortesía, buenas costumbres, charla de café. Pero de modo furtivo, las emociones y los juicios se manifiestan y se desata, una batalla campal de índole verbal, no solo entre las dos parejas sino entre ellos mismos, para revelarse tal y como son y alcanzar un desenmascaramiento inesperado.
Con soltura, Polanski hace su trabajo en miniatura situando y moviendo la cámara por espacios tan pequeños que recurre al close-up para enfatizar en los rostros de los protagonistas cada uno de los sentimientos que afloran conforme avanza la trama, la cual se desarrolla con un ritmo impecable; las mujeres se atrincheran y los hombres se liberan y viceversa, se forman alianzas y competencias mutuas donde ninguno quiere dejarse pisotear por otro, ni siquiera por su pareja. Hay desparpajo, sarcasmo, actitudes políticamente incorrectas e incluso vómito espectacular. La moral burguesa se disuelve y deja detrás de si lo salvaje e incivilizados que podemos llegar a ser, demostrando que el barniz social es frágil; incluso el respeto que deben tenerse las parejas se olvida cuando el ego y el orgullo sale a relucir como medida defensiva. Al final de cuentas todos se comportan como unos niños malcriados.
Los 4 actores que interactúan entre sí están excelentes. Primero tenemos a John C. Reilly como un padre mediador y amable que sin embargo en el fondo le importa un bledo si la situación se soluciona o no; Jodie Foster es la perfecta ama de casa que se desquicia cuando las situaciones no están bajo su control; Kate Winslet es recatada, sofisticada y refinada que una vez que se desinhibe despotrica contra todos y por último esta Christoph Waltz cínico e impertinente que prefiere estar atento a su teléfono que a la discusión que se lleva a cabo.
Una cinta inteligente, provocadora, burlona, actual y adictiva, un triunfo de Polanski dada su sencillez de manufactura. Al espectador exigente y con criterio, le encantará. No es una comedia ligera, es brutal, difícil de digerir para los pusilánimes de mente, pero satisface enormemente a aquel que se diga inteligente y de mente abierta.
Penelope (Jodie Foster) y Michael Longstreet (John C. Reilly) son un matrimonio de clase media que vive en el barrio de Park Slope, en Brooklyn. La tarde en que ocurre la acción, reciben en casa a Nancy (Kate Winslet) y Alan Cowan (Christoph Waltz) una pareja de posición privilegiada cuyo hijo de 11 años agredió y lesionó a su coetáneo, hijo de los anfitriones, en una gresca en un parque infantil. Al principio, todo es cortesía, buenas costumbres, charla de café. Pero de modo furtivo, las emociones y los juicios se manifiestan y se desata, una batalla campal de índole verbal, no solo entre las dos parejas sino entre ellos mismos, para revelarse tal y como son y alcanzar un desenmascaramiento inesperado.
Con soltura, Polanski hace su trabajo en miniatura situando y moviendo la cámara por espacios tan pequeños que recurre al close-up para enfatizar en los rostros de los protagonistas cada uno de los sentimientos que afloran conforme avanza la trama, la cual se desarrolla con un ritmo impecable; las mujeres se atrincheran y los hombres se liberan y viceversa, se forman alianzas y competencias mutuas donde ninguno quiere dejarse pisotear por otro, ni siquiera por su pareja. Hay desparpajo, sarcasmo, actitudes políticamente incorrectas e incluso vómito espectacular. La moral burguesa se disuelve y deja detrás de si lo salvaje e incivilizados que podemos llegar a ser, demostrando que el barniz social es frágil; incluso el respeto que deben tenerse las parejas se olvida cuando el ego y el orgullo sale a relucir como medida defensiva. Al final de cuentas todos se comportan como unos niños malcriados.
Los 4 actores que interactúan entre sí están excelentes. Primero tenemos a John C. Reilly como un padre mediador y amable que sin embargo en el fondo le importa un bledo si la situación se soluciona o no; Jodie Foster es la perfecta ama de casa que se desquicia cuando las situaciones no están bajo su control; Kate Winslet es recatada, sofisticada y refinada que una vez que se desinhibe despotrica contra todos y por último esta Christoph Waltz cínico e impertinente que prefiere estar atento a su teléfono que a la discusión que se lleva a cabo.
Una cinta inteligente, provocadora, burlona, actual y adictiva, un triunfo de Polanski dada su sencillez de manufactura. Al espectador exigente y con criterio, le encantará. No es una comedia ligera, es brutal, difícil de digerir para los pusilánimes de mente, pero satisface enormemente a aquel que se diga inteligente y de mente abierta.
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