Man of Steel: Los Héroes Nunca Mueren
Man of Steal (El Hombre de Acero) resulta ser LA SUPERPRODUCCIÓN MAS ESPERADA DEL AÑO, si con mayúsculas, y es que Warner Bros. pone sus esperanzas y sueños en lo que parece ser su producto emblemático en cuanto a adaptaciones comiqueras se refiere. Y para ello pone toda “la carne al asador” al contratar a Zack Snyder como director y a David S. Goyer y a Christopher Nolan como guionista y productor respectivamente, lo que convierte esta producción en un producto grande, inmodesto, portentoso, colosal, grandilocuente, orgiástico. En una palabra, IMPERIAL, si también con mayúsculas.
El planeta Kryptón se encuentra al borde del inminente cataclismo por lo que el más destacado de los científicos, Jor-El (Russell Crowe), y su esposa, Lara Lor-Van (Ayelet Zurer), deciden salvar a su primogénito neonato, Kal- El, mandándolo a un pequeño planeta llamado Tierra; donde será criado por el matrimonio conformado por Jonathan y Marta Kent (Kevin Costner y Diane Lane). Mientras tanto un intento de golpe militar del General Zod (Michael Shannon) se pone en marcha para tomar el control planetario pero al fracasar éste culpa a Jor-El y jura vengarse con la vida de su hijo. Ahora, muchos años después, un adulto Kal-El (Henry Cavill), cuyo nombre terrestre es Clark, se encuentra en el dilema acerca de cómo utilizar los súper poderes adquiridos al vivir en la atmosfera terrestre, decisión que va a cambiar el mundo para bien o para mal; y es que el General Zod y sus secuaces han aparecido de repente en la órbita de la Tierra, dispuesto a terminar lo que empezó en Kryptón. Con este acontecimiento Kal-El/Clark Kent se da cuenta de que su momento de elección ha llegado.
Warner Bros. y DC Comics no quieren quedarse atrás, con respecto a Marvel Studios, en lo que parece ser ya una guerra declarada por ver quien realiza la mejor adaptación al cine de sus historietas emblemáticas y para ello Warner Bros. y DC Comics recurren a su As, el superhéroe por antonomasia, SUPERMAN: EL HOMBRE DE ACERO; adaptación que resulta ser una declaración de principios al ser pensada no como un gran producción sobre superhéroes, sino como la más grande superproducción sobre el más grande superhéroe que jamás existió.
Pero ello no basta sí el público no la acepta ni la ve ya que considera al súper hombre como una reliquia de un pasado más noble dado que actualmente se acostumbra a ver a los héroes como seres atormentados y cínicos que intentan encontrar su camino de reivindicación y heroísmo. La responsabilidad de darle un nuevo lavado de cara y hacerlo más empático con los tiempos que corren recae en el trio conformado por Zack Snyder, David S. Goyer y Christopher Nolan, director, guionista y productor respectivamente, quienes muestran al protagonista como un ser marginado, un bicho raro, pues no puede manifestar su verdadero potencial, sus súper poderes, ya que teme que la sociedad en la que vive le tema y ello lo lleva a sentirse incómodo con su condición, condición desarrollada porque parte de su vida la vivió en una burbuja protectora creada por sus padres putativos, lo cual es irónico al tratarse de un ser invulnerable físicamente, pero el vivir en dicha burbuja también le confirió el entendimiento y la comprensión de sus poderes y que estos podrían ser utilizados ya sea de forma benevolente o ruin. Comprensión que lo lleva a descubrir su destino mesiánico, destino que su padre biológico ya visualizaba desde el momento en que lo vio nacer. En pocas palabras nos encontramos ante la mitología del surgimiento de un dios y de su camino de descubrimiento que le permite alcanzar su verdadero potencial. La forma en que es narrado todo su camino de autodescubrimiento del protagonista hasta convertirse en héroe y salvador resulta ser conmovedora, íntima e interesante, casi poética, ya que nos conecta con la psique del protagonista y cómo él reacciona ante alguna situación de suspenso y/o violencia.
Pero no se puede perder nunca de vista que se trata de un filme que debe tener acción, siempre, y es aquí donde Snider se desata al mostrar escenas de acción enormes, monumentales pero carentes de cierto peso dramático y/o emotivo, y es que entre más grande es una escena de acción más vacía se siente pues la descomunal destrucción mostrada es tan aparatosa y demencial que se pierde no sólo el sentido del desastre sino la densidad de la situación, ya no hay un sentido de peligro, ni drama humano, sólo espectacularidad frívola, predecible e irreal.
Y es que parte de la culpa de que la acción se sienta tan desangelada a pesar de su ya mencionada espectacularidad se debe a que, en primer lugar, el estudio productor intenta crear una película que opaque a las otras adaptaciones sobre héroes de historietas y para ello se sirve en buena medida de tal espectacularidad; pero por otra parte también debemos darnos cuenta de que con el afán del director por cumplir con lo solicitado y mostrar en pantalla aquellas ambiciosas y colosales escenas de acción sólo dan como resultado un amasijo de CGI, diálogos incomprensibles, acciones inexplicables por parte de algunos personajes, tomas fragmentadas, nulo peso dramático y una destrucción sin sentido.
Tal ambición por presentar dicha espectacularidad en las escenas de acción resulta ser contraproducente para la cinta al convertir el filme en lo que pareciera ser 2 cintas distintas unidas por una historia; por un lado tenemos el psicológico, realista y emotivo génesis del héroe y por otro están estas vacuas y trepidantes escenas de acción, las cuales a ratos parecen muy malas, dejando un agridulce sabor de boca en el espectador. Pero aun cuando este aparente punto débil parece dar al traste toda la cinta, no debemos olvidar que la misma cuenta con otros elementos que la rescatan de ser un producto inadmisible.
Visualmente la cinta es impresionante, principalmente las secuencias desarrolladas en Krypton cuyo diseño de arte tiene toques de ciencia ficción vintage ya que nos muestra una mezcla de reyes, soldados con gruesas armaduras, criaturas aladas, naves espaciales, robots y tecnología digital. En este apartado también encontramos una gran cantidad de iconografía visual procedente de otras fuentes, ya sea escenas y elementos obtenidos directamente de los cómics propios del Hombre de Acero, así como de las películas Richard Donner, Superman: La Película y su secuela inmediata, y con ello el director nos deja en claro tiene verdadero amor, comprensión y aprecio por el tema que nos ocupa. Sin dejar de mencionar el maravilloso ritmo y la edición que hacen de este viaje de más de dos horas vaya bastante rápido.
En cuanto a la musicalización, el compositor Hans Zimmer se deslinda totalmente del clásico creado por John Williams en 1978 y entrega una composición fenomenal y esperanzadora que realza lo visto en pantalla. Muchos extrañaran el tema heroico de Williams, y pensaran que el aporte de Zimmer no está a la altura del primero, pero sólo el tiempo le otorgara su propio lugar entre los temas principales propios de cada héroe.
Por otra parte y en términos de calidad, el guión sin duda tiene la fuerza y el corazón en términos de caracterización y temas, Christopher Nolan y David S. Goyer parecen entender a Superman y sus orígenes pues plasman en la cita momentos poderosos, en particular cuando Clark Kent/Kal-El interactúa con sus padres y como estos influyen enormemente en su vida.
Y si bien el guion no está exento de defectos narrativos, tales como la relatividad del tiempo que en ocasiones maneja o algunas incoherencias existentes en ciertos acontecimientos, la dupla Nolan/Goyer logra introducirnos en una trama inteligente y humana que echa mano de una impresionante variedad de actores con talento, que ayudan a elevar los puntos más débiles de la cinta.
En el papel principal tenemos a Henry Cavill, a quien le cuesta trabajo meterse de lleno en el personaje por el simple hecho de que es comparado con el Superman interpretado por el finado Christopher Reeve. Cavill no es del todo mal actor, pero tal comparación con el carismático Reeve resulta perjudicial para él, aunado al hecho de que parece ser más importante la pose del personaje por parte del director que la personalidad misma. Por otra parte Amy Adams, quien personifica a Lois Lane, resulta fenomenal al personificar el futuro interés amoroso del héroe pues genera gran química con él, además de tener el añadido de que deja de ser la simple dama en peligro y se vuelve de gran ayuda para el protagonista. Por otra parte Michael Shannon es una acertada elección como el vil General Zod, aunque por momento su interpretación resulta ligeramente sobreactuada. Mientras tanto, Diane Lane, Kevin Costner, Ayelet Zurer y Russell Crowe conmueven con sus actuaciones como los padres del héroe, quienes se preocupan, lo guían y lo consuelan en momentos importantes. Incluso los personajes secundarios como el General Swanwick, el Coronel Nathan Hardy y el científico Emil Hamilton son interpretados por actores competentes como Harry Lennix, Christopher Meloni y Richard Schiff, respectivamente.
El Hombre de Acero no resulta ser una gran película pero es exactamente el tipo de experiencia que muchos fanáticos de Superman han estado pidiendo, un blockbuster de verano que fusiona la sensibilidad del mundo real con la fantasía de la ciencia ficción y que deja la puerta abierta a todo un universo de superhéroes de DC.
El planeta Kryptón se encuentra al borde del inminente cataclismo por lo que el más destacado de los científicos, Jor-El (Russell Crowe), y su esposa, Lara Lor-Van (Ayelet Zurer), deciden salvar a su primogénito neonato, Kal- El, mandándolo a un pequeño planeta llamado Tierra; donde será criado por el matrimonio conformado por Jonathan y Marta Kent (Kevin Costner y Diane Lane). Mientras tanto un intento de golpe militar del General Zod (Michael Shannon) se pone en marcha para tomar el control planetario pero al fracasar éste culpa a Jor-El y jura vengarse con la vida de su hijo. Ahora, muchos años después, un adulto Kal-El (Henry Cavill), cuyo nombre terrestre es Clark, se encuentra en el dilema acerca de cómo utilizar los súper poderes adquiridos al vivir en la atmosfera terrestre, decisión que va a cambiar el mundo para bien o para mal; y es que el General Zod y sus secuaces han aparecido de repente en la órbita de la Tierra, dispuesto a terminar lo que empezó en Kryptón. Con este acontecimiento Kal-El/Clark Kent se da cuenta de que su momento de elección ha llegado.
Warner Bros. y DC Comics no quieren quedarse atrás, con respecto a Marvel Studios, en lo que parece ser ya una guerra declarada por ver quien realiza la mejor adaptación al cine de sus historietas emblemáticas y para ello Warner Bros. y DC Comics recurren a su As, el superhéroe por antonomasia, SUPERMAN: EL HOMBRE DE ACERO; adaptación que resulta ser una declaración de principios al ser pensada no como un gran producción sobre superhéroes, sino como la más grande superproducción sobre el más grande superhéroe que jamás existió.
Pero ello no basta sí el público no la acepta ni la ve ya que considera al súper hombre como una reliquia de un pasado más noble dado que actualmente se acostumbra a ver a los héroes como seres atormentados y cínicos que intentan encontrar su camino de reivindicación y heroísmo. La responsabilidad de darle un nuevo lavado de cara y hacerlo más empático con los tiempos que corren recae en el trio conformado por Zack Snyder, David S. Goyer y Christopher Nolan, director, guionista y productor respectivamente, quienes muestran al protagonista como un ser marginado, un bicho raro, pues no puede manifestar su verdadero potencial, sus súper poderes, ya que teme que la sociedad en la que vive le tema y ello lo lleva a sentirse incómodo con su condición, condición desarrollada porque parte de su vida la vivió en una burbuja protectora creada por sus padres putativos, lo cual es irónico al tratarse de un ser invulnerable físicamente, pero el vivir en dicha burbuja también le confirió el entendimiento y la comprensión de sus poderes y que estos podrían ser utilizados ya sea de forma benevolente o ruin. Comprensión que lo lleva a descubrir su destino mesiánico, destino que su padre biológico ya visualizaba desde el momento en que lo vio nacer. En pocas palabras nos encontramos ante la mitología del surgimiento de un dios y de su camino de descubrimiento que le permite alcanzar su verdadero potencial. La forma en que es narrado todo su camino de autodescubrimiento del protagonista hasta convertirse en héroe y salvador resulta ser conmovedora, íntima e interesante, casi poética, ya que nos conecta con la psique del protagonista y cómo él reacciona ante alguna situación de suspenso y/o violencia.
Pero no se puede perder nunca de vista que se trata de un filme que debe tener acción, siempre, y es aquí donde Snider se desata al mostrar escenas de acción enormes, monumentales pero carentes de cierto peso dramático y/o emotivo, y es que entre más grande es una escena de acción más vacía se siente pues la descomunal destrucción mostrada es tan aparatosa y demencial que se pierde no sólo el sentido del desastre sino la densidad de la situación, ya no hay un sentido de peligro, ni drama humano, sólo espectacularidad frívola, predecible e irreal.
Y es que parte de la culpa de que la acción se sienta tan desangelada a pesar de su ya mencionada espectacularidad se debe a que, en primer lugar, el estudio productor intenta crear una película que opaque a las otras adaptaciones sobre héroes de historietas y para ello se sirve en buena medida de tal espectacularidad; pero por otra parte también debemos darnos cuenta de que con el afán del director por cumplir con lo solicitado y mostrar en pantalla aquellas ambiciosas y colosales escenas de acción sólo dan como resultado un amasijo de CGI, diálogos incomprensibles, acciones inexplicables por parte de algunos personajes, tomas fragmentadas, nulo peso dramático y una destrucción sin sentido.
Tal ambición por presentar dicha espectacularidad en las escenas de acción resulta ser contraproducente para la cinta al convertir el filme en lo que pareciera ser 2 cintas distintas unidas por una historia; por un lado tenemos el psicológico, realista y emotivo génesis del héroe y por otro están estas vacuas y trepidantes escenas de acción, las cuales a ratos parecen muy malas, dejando un agridulce sabor de boca en el espectador. Pero aun cuando este aparente punto débil parece dar al traste toda la cinta, no debemos olvidar que la misma cuenta con otros elementos que la rescatan de ser un producto inadmisible.
Visualmente la cinta es impresionante, principalmente las secuencias desarrolladas en Krypton cuyo diseño de arte tiene toques de ciencia ficción vintage ya que nos muestra una mezcla de reyes, soldados con gruesas armaduras, criaturas aladas, naves espaciales, robots y tecnología digital. En este apartado también encontramos una gran cantidad de iconografía visual procedente de otras fuentes, ya sea escenas y elementos obtenidos directamente de los cómics propios del Hombre de Acero, así como de las películas Richard Donner, Superman: La Película y su secuela inmediata, y con ello el director nos deja en claro tiene verdadero amor, comprensión y aprecio por el tema que nos ocupa. Sin dejar de mencionar el maravilloso ritmo y la edición que hacen de este viaje de más de dos horas vaya bastante rápido.
En cuanto a la musicalización, el compositor Hans Zimmer se deslinda totalmente del clásico creado por John Williams en 1978 y entrega una composición fenomenal y esperanzadora que realza lo visto en pantalla. Muchos extrañaran el tema heroico de Williams, y pensaran que el aporte de Zimmer no está a la altura del primero, pero sólo el tiempo le otorgara su propio lugar entre los temas principales propios de cada héroe.
Por otra parte y en términos de calidad, el guión sin duda tiene la fuerza y el corazón en términos de caracterización y temas, Christopher Nolan y David S. Goyer parecen entender a Superman y sus orígenes pues plasman en la cita momentos poderosos, en particular cuando Clark Kent/Kal-El interactúa con sus padres y como estos influyen enormemente en su vida.
Y si bien el guion no está exento de defectos narrativos, tales como la relatividad del tiempo que en ocasiones maneja o algunas incoherencias existentes en ciertos acontecimientos, la dupla Nolan/Goyer logra introducirnos en una trama inteligente y humana que echa mano de una impresionante variedad de actores con talento, que ayudan a elevar los puntos más débiles de la cinta.
En el papel principal tenemos a Henry Cavill, a quien le cuesta trabajo meterse de lleno en el personaje por el simple hecho de que es comparado con el Superman interpretado por el finado Christopher Reeve. Cavill no es del todo mal actor, pero tal comparación con el carismático Reeve resulta perjudicial para él, aunado al hecho de que parece ser más importante la pose del personaje por parte del director que la personalidad misma. Por otra parte Amy Adams, quien personifica a Lois Lane, resulta fenomenal al personificar el futuro interés amoroso del héroe pues genera gran química con él, además de tener el añadido de que deja de ser la simple dama en peligro y se vuelve de gran ayuda para el protagonista. Por otra parte Michael Shannon es una acertada elección como el vil General Zod, aunque por momento su interpretación resulta ligeramente sobreactuada. Mientras tanto, Diane Lane, Kevin Costner, Ayelet Zurer y Russell Crowe conmueven con sus actuaciones como los padres del héroe, quienes se preocupan, lo guían y lo consuelan en momentos importantes. Incluso los personajes secundarios como el General Swanwick, el Coronel Nathan Hardy y el científico Emil Hamilton son interpretados por actores competentes como Harry Lennix, Christopher Meloni y Richard Schiff, respectivamente.
El Hombre de Acero no resulta ser una gran película pero es exactamente el tipo de experiencia que muchos fanáticos de Superman han estado pidiendo, un blockbuster de verano que fusiona la sensibilidad del mundo real con la fantasía de la ciencia ficción y que deja la puerta abierta a todo un universo de superhéroes de DC.
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