Oculus: ¿Nos Regresamos a Casa?
En el género del terror las modas vienen y van, pues hemos sido testigos del surgimiento de subgéneros como el torture porn o del ya trillado found footage. Actualmente ha resurgido el clásico tema de casas y objetos encantados y Oculus es otro ejemplo perfecto de este estilo.
Tim Russell (Brenton Thwaites) está a punto de ser puesto en libertad de una institución mental, lugar donde se encontraba por un suceso horrible y muy violento ocurrido en su pasado. Su hermana, Kaylie (Karen Gillan), una subastadora, le cuenta que ha encontrado el Espejo Lasser, un objeto considerado maldito y planea destruirlo dada la conexión existente entre ellos y dicho espejo. Tim, inquieto con la determinación de su hermana, intenta disuadirla de hacerlo pero los sucesos que pronto ocurrirán le darán la razón a Kaylie.
El director Mike Flanagan toma como punto de partida para su cinta un subgénero del terror archiconocido, el de objetos y/o posesiones embrujadas, subgénero que en ocasiones raya en lo ridículo e inverosímil, empero el director se las arregla de tal forma que provoca sobresaltos al más templado de los espectadores. Flanagan nos mete a un mundo de pesadilla, confundiendo poco a poco lo real, la imaginación, los recuerdos y el presente.
Para lograr tal confusión, el director mezcla dos historias paralelas que ocurren en tiempos diferentes: por un lado muestra a la familia Russell que llega a vivir a una casa donde instalan el espejo Lasser, en torno del cual empiezan a ocurrir sucesos sobrenaturales. Por otra parte nos muestra a los dos hijos de la familia, 11 años después y decididos a destruir el espejo.
Esta mezcla de las líneas de tiempos resulta ser uno de los aspectos más ingeniosos de Oculus, ya que le añade intriga y ritmo a la cinta, dado que entre más conocemos el pasado de los Russell más siniestro se torna el ambiente en torno a los hermanos y su intención de deshacerse del espejo, lo cual provoca que la fuerza sobrenatural que habita en el espejo crezca también.
Oculus resulta ser una película de terror sobre un espejo embrujado que no busca romper esquemas o reinventar el género, sólo busca entretener y mantener a los espectadores inquietos y fascinados por los espejos embrujados. Muy bien por ello, pues lo logra.
Tim Russell (Brenton Thwaites) está a punto de ser puesto en libertad de una institución mental, lugar donde se encontraba por un suceso horrible y muy violento ocurrido en su pasado. Su hermana, Kaylie (Karen Gillan), una subastadora, le cuenta que ha encontrado el Espejo Lasser, un objeto considerado maldito y planea destruirlo dada la conexión existente entre ellos y dicho espejo. Tim, inquieto con la determinación de su hermana, intenta disuadirla de hacerlo pero los sucesos que pronto ocurrirán le darán la razón a Kaylie.
El director Mike Flanagan toma como punto de partida para su cinta un subgénero del terror archiconocido, el de objetos y/o posesiones embrujadas, subgénero que en ocasiones raya en lo ridículo e inverosímil, empero el director se las arregla de tal forma que provoca sobresaltos al más templado de los espectadores. Flanagan nos mete a un mundo de pesadilla, confundiendo poco a poco lo real, la imaginación, los recuerdos y el presente.
Para lograr tal confusión, el director mezcla dos historias paralelas que ocurren en tiempos diferentes: por un lado muestra a la familia Russell que llega a vivir a una casa donde instalan el espejo Lasser, en torno del cual empiezan a ocurrir sucesos sobrenaturales. Por otra parte nos muestra a los dos hijos de la familia, 11 años después y decididos a destruir el espejo.
Esta mezcla de las líneas de tiempos resulta ser uno de los aspectos más ingeniosos de Oculus, ya que le añade intriga y ritmo a la cinta, dado que entre más conocemos el pasado de los Russell más siniestro se torna el ambiente en torno a los hermanos y su intención de deshacerse del espejo, lo cual provoca que la fuerza sobrenatural que habita en el espejo crezca también.
Oculus resulta ser una película de terror sobre un espejo embrujado que no busca romper esquemas o reinventar el género, sólo busca entretener y mantener a los espectadores inquietos y fascinados por los espejos embrujados. Muy bien por ello, pues lo logra.
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