Sensibilidad
El párpado de Bodhidharma y los orígenes del té
La conciencia llega a través de la sensibilidad. Hagas lo que hagas, tienes que ser más sensible, de modo que incluso algo tan trivial como hacer el té... ¿Puedes pensar en algo más trivial que hacer el té? ¿Puedes pensar en algo más ordinario que el té? No, no puedes; y los monjes y maestros zen han elevado algo tan ordinario a la categoría de lo más extraordinario. Han tendido el puente entre «esto» y «eso»... como si el té y Dios se hubieran hecho uno. A menos que el té sea divino tú tampoco lo serás, porque lo más bajo tiene que ser elevado a lo más alto, lo ordinario tiene que ser elevado a extraordinario, la tierra tiene que convertirse en el cielo. Ha de tenerse el puente, no debe quedar separación.
Es una parábola. Cuando el maestro zen dice: —Tómate una taza de té —en realidad está diciendo—: prueba un poco de Bodhidharma. No te preocupes de cuestiones como si Dios existe o no, quién creó el mundo, dónde están el cielo y el infierno o cual es la teoría del karma y el renacimiento.
Cuando el maestro zen dice: —Olvídate de todo. Tómate una taza de té —te está diciendo—: Es mejor que te hagas más consciente, no entres en todo ese sin sentido. No te va a ayudar en absoluto.
El té fue descubierto por Bodhidharma, el fundador del zen. La historia es muy hermosa. Estuvo meditando durante nueve años, mirando a la pared. Nueve años mirando a la pared, continuamente... por tanto, es natural que en algún momento empezara a quedarse dormido.Por eso, cuando bebes té, algo de Bodhidharma entra en ti y no puedes quedarte dormido. Bodhidharma estaba meditando en una montaña llamada T'a, y de ahí viene el nombre de té, de la montaña donde Bodhidharma meditó durante nueve años.
Luchó y luchó con el sueño; recuerda, el sueño metafísico, la inconsciencia. Quería permanecer consciente incluso mientras dormía. Quería lograr la continuidad de conciencia: la llama debía arder de día y de noche, las veinticuatro horas. Esto es dhyana, esto es meditación: ser consciente.
Una noche sintió que le sería imposible permanecer despierto; se estaba quedando dormido. ¡Se cortó los párpados y los arrojó lejos de sí! Ahora ya no podía cerrar los ojos.
Es una historia muy hermosa. Para llegar a los ojos internos, hay que deshacerse de los ojos externos. Ése es el alto precio que hay que pagar. ¿Y qué pasó? Después de unos días descubrió que los párpados que había arrojado al suelo habían empezado a germinar y estaban dando dos brotes. Se convirtieron en la planta de té.
Es una parábola. Cuando el maestro zen dice: —Tómate una taza de té —en realidad está diciendo—: prueba un poco de Bodhidharma. No te preocupes de cuestiones como si Dios existe o no, quién creó el mundo, dónde están el cielo y el infierno o cual es la teoría del karma y el renacimiento.
Cuando el maestro zen dice: —Olvídate de todo. Tómate una taza de té —te está diciendo—: Es mejor que te hagas más consciente, no entres en todo ese sin sentido. No te va a ayudar en absoluto.
Comentarios