Vampiros: El Mito
Aun cuando la figura del vampiro ha hecho eco en los últimos años pues ha sido llevado innumerables veces al cine, la televisión y la literatura tan solo en el último lustro, su imagen no es nueva pues el mito que lo rodea es muy antiguo pues ya se habla de seres parecidos en la cultura sumeria hacia el 4,000 A.C. Incluso las enciclopedias y academias lingüísticas le han dotado de un concepto real.
La Real Academia de la Lengua Española cataloga al vampiro como: “Espectro o cadáver que, según cree el vulgo de ciertos países, va por las noches a chupar poco a poco la sangre de los vivos hasta matarlos”. Aun cuando es una descripción muy básica esta nos muestra ciertos detalles como el hechos del terror que algunas personas tiene sobre los no-muertos y sus actos, pero La Encyclopaedia Britannica expande el concepto y le agrega características: “Su rostro pálido, los ojos miran con fijeza, de su boca asoman colmillos que le permiten morder para succionar la sangre de sus víctimas. Es un alma sin reposo de un hereje, un criminal o un suicida que abandona su tumba por la noche para ir a buscar sangre humana. Al salir el Sol debe regresar a la tumba o a un ataúd con tierra de su lugar de origen”. Si a esto le agregamos elementos como por ejemplo "Viste elegantemente, su imagen no se refleja en los espejos, y para matarlo hay que cortarle la cabeza o enterrarle una estaca en el corazón". Pero este concepto tiene sus orígenes entre el siglo XVIII y XIX donde la novela Drácula (1897) de Bram Stoker viene a ser la culminación y recopilación de esos conceptos.
A pesar de los cambios o elementos que compongan al vampiro este siempre estará sediento de sangre, pues esta es, en esencia el flujo que permite hacer posible la vida y al mismo tiempo expresa vitalidad. En el pensamiento existente a lo largo de la historia, el beber sangre, usarla para algún tipo de ritual o simplemente degustarla con algún alimento equivale a obtener vigor y en ocasiones juventud. Por eso puede ser lógico pensar que seres de ultratumba regresen para alimentarse de la sangre humana y tener por un momento al día la vitalidad que en ocasiones pasadas tenían. Por eso el mito como se ha dicho es mucho más antiguo, los judíos y sumerios creían que existía un demonio femenino denominado Lilin que devoraba a los recién nacidos; en la India los Vetalas podían beber sangre o en otros casos apoderarse de las personas para hacerlas sus sirvientes; en Grecia existe un equivalente: Los Vrykolakas, este ultimo es el arquetipo del vampiro predominante principalmente en Rumania y Hungría que después seria llevado al resto de Europa donde despertaron el temor de la gente pues lo veían como algo mágico y lleno de maldad por eso en la Edad Media los sacerdotes cristianos aprovecharon la situación al decir que eran obra del diablo y así crear nuevas comisiones monetaria para consagrar un cuerpo y enterrarlo en un lugar sagrado para evitar tener a un vampiro deambulando por las calles del pueblo. Además de reinventar la imagen del vampiro la iglesia también lo convirtió en objeto de persecución, al igual que las brujas y otros herejes, pues solo bastaba con acusar a alguien haber realizado actos asociados con el vampirismo para ser acusados, juzgados y ejecutados por la Inquisición. Mientras tanto las creencias con referente a la sangre seguían dentro del pensamiento colectivo de la gente.
Por esa misma causa algunos personajes se volvieron celebres y parte del mito vampírico, como por ejemplo la Condesa Húngara Erzsébet Báthory, apodada “La Sangrienta” pues promovió, hacia 1604 a 1609, el secuestro y asesinato de aproximadamente medio millar de campesinas y doncellas para bañarse en su sangre pues descubrió que dicho liquido suavizaba la piel; En Rumania, más de un siglo antes el Príncipe Vlad III ĐepeĐ (o Dracul por pertenecer a la Orden del Dragón) se hizo famoso por su nivel de crueldad al empalar vivos a sus enemigos y delincuentes, hayan sido hombres mujeres y niños; En Francia del siglo XV el aristócrata Gilles de Rais, héroe de la Guerra de 100 Años, fue condenado al descubrirse que fue el homicida de aproximadamente 300 niños pues se dice que con ello buscaba el secreto de la piedra filosofal. Estos personajes solo traerían fama y una “reputación confirmada” al ya conocido mito del chupasangre.
Para los siglos XVII y XVIII la histeria colectiva en cuanto a lo referente a los vampiros se extendió por toda Europa y parte de América, todo esto en base a las antiguas creencias del vulgo ignorante que transmitía de generación en generación y que la iglesia avivaba y promovía en pos de sus intereses. Por eso se exhumaron miles de tumbas, principalmente en la zona de Hungría, Rumania y Austria donde se encontró que en muchas de ellas los cadáveres no presentabas rastros de descomposición dando pie a creer que los vampiros eran reales y que debían ser ejecutados en el acto. Posteriormente durante la época de la Ilustración se inicio un proceso donde se desmitificaba al vampiro y criticaba al Iglesia como la máxima impulsora de mitos y creencias, además de promover e impulsar el desarrollo de la ciencia que lograba comprender mejor la descomposición de los cadáveres y como estos en ocasiones presentaban signos visibles de conservación. Con ello los vampiros regresaron de nuevo al lugar que pertenecen: La imaginación donde aparecieron dentro de obras literarias góticas que servían para entretener a los lectores de esa época y siendo la máxima exponente, pero no la única, de dichos personajes: La novela Drácula (1897) de Bram Stoker que se desarrolla en medio de la Época Victoriana.
Posteriormente un psicoanálisis al mito ha hecho ver que el acto de ser mordido por un vampiro es una forma diferente pero con igual significado al tener relaciones sexuales, por esa misma razón el vampiro tiene una poderosa connotación sexual, pero que también se le añaden elementos místicos, románticos y exóticos para crear a un personaje que vive dentro de la cultura popular, ya sea literatura, cine, teatros, televisión, comics, videojuegos, comunidades góticas que basan sus creencias en la mitología vampírica o en crímenes reales por parte de psicópatas que se basaron en el vampirismo para cometerlos.
Hasta el día de hoy el vampiro ha logrado sobrevivir a pesar de que el ajo, el agua bendita, la plata y las estacas están apuntando siempre hacia él, y lo ha hecho porque vive dentro de nuestra imaginación y en ella no existen elementos que logren borrar su poder de beber nuestra sangre.
La Real Academia de la Lengua Española cataloga al vampiro como: “Espectro o cadáver que, según cree el vulgo de ciertos países, va por las noches a chupar poco a poco la sangre de los vivos hasta matarlos”. Aun cuando es una descripción muy básica esta nos muestra ciertos detalles como el hechos del terror que algunas personas tiene sobre los no-muertos y sus actos, pero La Encyclopaedia Britannica expande el concepto y le agrega características: “Su rostro pálido, los ojos miran con fijeza, de su boca asoman colmillos que le permiten morder para succionar la sangre de sus víctimas. Es un alma sin reposo de un hereje, un criminal o un suicida que abandona su tumba por la noche para ir a buscar sangre humana. Al salir el Sol debe regresar a la tumba o a un ataúd con tierra de su lugar de origen”. Si a esto le agregamos elementos como por ejemplo "Viste elegantemente, su imagen no se refleja en los espejos, y para matarlo hay que cortarle la cabeza o enterrarle una estaca en el corazón". Pero este concepto tiene sus orígenes entre el siglo XVIII y XIX donde la novela Drácula (1897) de Bram Stoker viene a ser la culminación y recopilación de esos conceptos.
A pesar de los cambios o elementos que compongan al vampiro este siempre estará sediento de sangre, pues esta es, en esencia el flujo que permite hacer posible la vida y al mismo tiempo expresa vitalidad. En el pensamiento existente a lo largo de la historia, el beber sangre, usarla para algún tipo de ritual o simplemente degustarla con algún alimento equivale a obtener vigor y en ocasiones juventud. Por eso puede ser lógico pensar que seres de ultratumba regresen para alimentarse de la sangre humana y tener por un momento al día la vitalidad que en ocasiones pasadas tenían. Por eso el mito como se ha dicho es mucho más antiguo, los judíos y sumerios creían que existía un demonio femenino denominado Lilin que devoraba a los recién nacidos; en la India los Vetalas podían beber sangre o en otros casos apoderarse de las personas para hacerlas sus sirvientes; en Grecia existe un equivalente: Los Vrykolakas, este ultimo es el arquetipo del vampiro predominante principalmente en Rumania y Hungría que después seria llevado al resto de Europa donde despertaron el temor de la gente pues lo veían como algo mágico y lleno de maldad por eso en la Edad Media los sacerdotes cristianos aprovecharon la situación al decir que eran obra del diablo y así crear nuevas comisiones monetaria para consagrar un cuerpo y enterrarlo en un lugar sagrado para evitar tener a un vampiro deambulando por las calles del pueblo. Además de reinventar la imagen del vampiro la iglesia también lo convirtió en objeto de persecución, al igual que las brujas y otros herejes, pues solo bastaba con acusar a alguien haber realizado actos asociados con el vampirismo para ser acusados, juzgados y ejecutados por la Inquisición. Mientras tanto las creencias con referente a la sangre seguían dentro del pensamiento colectivo de la gente.
Por esa misma causa algunos personajes se volvieron celebres y parte del mito vampírico, como por ejemplo la Condesa Húngara Erzsébet Báthory, apodada “La Sangrienta” pues promovió, hacia 1604 a 1609, el secuestro y asesinato de aproximadamente medio millar de campesinas y doncellas para bañarse en su sangre pues descubrió que dicho liquido suavizaba la piel; En Rumania, más de un siglo antes el Príncipe Vlad III ĐepeĐ (o Dracul por pertenecer a la Orden del Dragón) se hizo famoso por su nivel de crueldad al empalar vivos a sus enemigos y delincuentes, hayan sido hombres mujeres y niños; En Francia del siglo XV el aristócrata Gilles de Rais, héroe de la Guerra de 100 Años, fue condenado al descubrirse que fue el homicida de aproximadamente 300 niños pues se dice que con ello buscaba el secreto de la piedra filosofal. Estos personajes solo traerían fama y una “reputación confirmada” al ya conocido mito del chupasangre.
Para los siglos XVII y XVIII la histeria colectiva en cuanto a lo referente a los vampiros se extendió por toda Europa y parte de América, todo esto en base a las antiguas creencias del vulgo ignorante que transmitía de generación en generación y que la iglesia avivaba y promovía en pos de sus intereses. Por eso se exhumaron miles de tumbas, principalmente en la zona de Hungría, Rumania y Austria donde se encontró que en muchas de ellas los cadáveres no presentabas rastros de descomposición dando pie a creer que los vampiros eran reales y que debían ser ejecutados en el acto. Posteriormente durante la época de la Ilustración se inicio un proceso donde se desmitificaba al vampiro y criticaba al Iglesia como la máxima impulsora de mitos y creencias, además de promover e impulsar el desarrollo de la ciencia que lograba comprender mejor la descomposición de los cadáveres y como estos en ocasiones presentaban signos visibles de conservación. Con ello los vampiros regresaron de nuevo al lugar que pertenecen: La imaginación donde aparecieron dentro de obras literarias góticas que servían para entretener a los lectores de esa época y siendo la máxima exponente, pero no la única, de dichos personajes: La novela Drácula (1897) de Bram Stoker que se desarrolla en medio de la Época Victoriana.
Posteriormente un psicoanálisis al mito ha hecho ver que el acto de ser mordido por un vampiro es una forma diferente pero con igual significado al tener relaciones sexuales, por esa misma razón el vampiro tiene una poderosa connotación sexual, pero que también se le añaden elementos místicos, románticos y exóticos para crear a un personaje que vive dentro de la cultura popular, ya sea literatura, cine, teatros, televisión, comics, videojuegos, comunidades góticas que basan sus creencias en la mitología vampírica o en crímenes reales por parte de psicópatas que se basaron en el vampirismo para cometerlos.
Hasta el día de hoy el vampiro ha logrado sobrevivir a pesar de que el ajo, el agua bendita, la plata y las estacas están apuntando siempre hacia él, y lo ha hecho porque vive dentro de nuestra imaginación y en ella no existen elementos que logren borrar su poder de beber nuestra sangre.
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