El ultimo en morir por favor que apague la luz…

La extinción humana es una de los pensamientos más antiguos que ronda la mente del hombre sin importar el tiempo ni el lugar. Es fácil comprender que si se desarrollo una cosmogonía donde se explica el origen del hombre tiene que existir su contraparte, una escatología donde se visualiza su final. Todas las visiones tanto de su origen como de su fin parten de representaciones religiosas y apelan a un poder divino superior al humano donde los dioses pueden dar origen al mundo pero de la misma manera pueden disponer su destrucción que por lo general dicha decisión depende de su cólera o afecto por los humanos. En éste el proceso puede volverse complicado si el mundo se convierte en escenario de la lucha entre el bien y el mal, y el resultado de dicha batalla depende del destino del la humanidad.

Las visiones más primitivas se complementan con la suposición de lo que ocurre a las almas después de la muerte física, destino que también se vincula con las acciones realizadas en vida. En Deuteronomio, libro del Antiguo Testamento, se habla de las tentaciones como signos asombrosos de y grandes terrores que aguardan a los hombres. El proceso, sin embargo, no culmina con la destrucción del mismo sino con la implantación del Reino de Dios donde se ha desterrado el mal. Los simbolismos judaicos hacen eco tanto en la filosofía de Heráclito de Éfeso quien predice una gran conflagración universal donde el mundo será aniquilado por el fuego, como en los Diálogos de Platón donde se formula un juicio póstumo en el que las buenas personas son premiadas y las malas castigadas. Dichos planteamientos dan comienzo al género apocalíptico, obras religiosas y literarias donde se expresa el sufrimiento y el anhelo de una transformación general que le ponga fin.

Incluso Jesucristo profetizó el fin de los tiempos, dichos anuncios están plasmados en sus evangelios donde él anuncia claramente un inminente apocalipsis. Así lo leemos en Marcos 13:24-32:

Mas por aquellos días, después de aquella tribulación, el Sol se oscurecerá, la Luna no dará su resplandor, las estrellas irán cayendo del cielo, y las fuerzas que están en los cielos serán sacudidas. Y entonces verán al Hijo del Hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria; entonces enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. De la higuera aprended esta parábola: Cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que Él está cerca, a las puertas. Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.

Después de la resurrección de Jesús muchos aguardaban el desenlace inmediato y de esa misma época proviene la obra más famosa sobre el tema: Apocalipsis o también conocido como Revelaciones que se presume que su autoría fue obra de San Juan. Escrito de gran riqueza literaria donde figuran vistosas descripciones de desastres naturales, fenómenos celestes, música y criaturas mágicas que con el paso de los siglos han inspirado a toda la iconografía del fin del mundo. Pasada la generación de Jesús, en la cual se creía que ocurriría el Armagedón, empezaron a surgir cálculos ordenados para establecer un calendario con referencia a Cristo y muchas personas pensaron que la fecha a la que en realidad se refería era en realidad el año 1 000 D.C. Así surge el movimiento milenarista donde se plantea el fin de los tiempos hacia dicho año y que impacto enormemente en la cultura al dedicársele docenas de estudios.

Con el paso de los años la Iglesia establecida rechazo dicha visión milenarista, pero algunas sectas, agrupaciones religiosas independientes y “falsos profetas” seguían adoptando esta fatalidad. La peste bubónica, el incendio de Londres e innumerables hechos era signos, para algunos, inminentes de que el fin se acercaba. Con el paso de los siglos se han acumulado múltiples cálculos, los cuales han aumentado con la llegada del tercer milenio donde una vez más el desenlace llegaría al año 2000, acontecimiento que no ocurrió… La fecha más cercana es el 22 de Diciembre del 2012, plazo que diversas culturas de en distintos tiempos y partes del mundo, al menos los estudiosos de estos, ha predicho que algo significativo ocurrirá y que muchos toman como el final de la humanidad.

Aún cuando en occidente el fin de los tiempos es parte de la tradición judeocristiana en la actualidad han surgido corrientes ideológicas donde se enlazan elementos de orígenes diversos como por ejemplo las del calendario maya con la cosmogonía mexica y el Quinto Sol, revelaciones de las pirámides de Egipto y antiguos textos chinos, tradiciones de los nativos norteamericanos con ideologías tibetanas, etcétera. Otro componente común es interpretar cualquier fenómeno catastrófico como una señal profética que apoya estas expectativas. A pesar de esto no existe verificación real y sostenible por métodos científicos y las profecías resultan finalmente falsas; aun así las personas siguen creyendo en ellas.

Uno de los aportes más importantes para desmitificar y levantar el velo en torno a este tipo de fenómenos de masas fue el surgimiento de La Ilustración en el siglo XVIII donde se trataba de dar explicación a cada fenómeno natural que pudiera traer fatales consecuencias al hombre común, pero aún así sigue latente un temor subyacente en el inconsciente colectivo pues se siguen tomando ejemplos de fatalidad de descubrimientos científicos para un mejor desarrollo de la vida humana, la energía atómica, el estudio y manejo de la genética de la vida o simplemente la exploración del universo son solo algunos de los ejemplos de los cuales los fatalistas toman para tratar de mantener el interés del mundo en cuanto a su ideas.

La vigencia de la preocupación por la extinción de la raza humana es inseparable por la preocupación de la muerte individual. De algún modo representa llevarla un paso más allá pues no se limita a considerar el final de cada uno de nosotros; se extiende al conjunto de fenómenos socio-culturales y naturales que han dado sentido a la vida humana. Eso explica el temor y la fascinación que la idea ha ejercido a lo largo de milenio hasta nuestros días. Ese es la verdadera noción de todo pues pensamos que la humanidad no será eterna y nos da como sociedad una señal de humildad ante la arrogancia de nuestra civilización.

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