The Tree of Life: Soy la Sombra de mis Padres
Terrence Malick posee una sensibilidad que captura al espectador dispuesto y lo transporta al universo que habitan sus personajes, para compartir sus experiencias y especular sobre las motivaciones de estos. Y en su último largometraje The Tree of Life (El Árbol de la Vida) no es la excepción.
Jack O'Brien (Sean Penn) encara la monotonía de su vida en la gran ciudad y la nostalgia por su niñez en Texas, que es expuesta vía flashbacks, narrándonos cómo su padre (Brad Pitt) de disciplina dura y estricta trata de conectar con sus hijos, mientras la madre (Jessica Chastain) funge como colega y hada protectora. Esta situación provoca en Jack admiración y resentimiento hacia su padre durante la transición de niño a adolescente y que lo marcara en su adultez. Y este íntimo drama humano es yuxtapuesto a épicas vistas cósmicas de la creación del universo, el surgimiento de la vida, la evolución de los dinosaurios y escenas del lejano futuro de nuestro universo.
Antes de iniciar la deconstrucción de la cinta hay que advertir al espectador: no espere nada de ella. No trate de entenderla. Sólo déjese llevar. Se trata de algo impresionante, que afecta los sentidos y las emociones en una reacción básica, es decir, habrá quien la ame y quien la odie. Y a diferencia de algunos “pseudo cineastas de arte” Malick si logra hacernos reaccionar y meditar ante las imágenes que contemplamos y los diálogos que se encuentran insertados a lo largo de la trama pues le imprime una gran honestidad emocional al mensaje que intenta transmitirnos pues no lo expone como una verdad absoluta sino como una pregunta de la cual nosotros podemos responder según nuestra experiencia.
La mágica y casi onírica dirección de Malick y sus finos instintos dramáticos logran que el fondo trascienda a la forma, convirtiendo la lentitud de su desarrollo en metódica reflexión, y la arbitrariedad de su narrativa en un acertijo que nos invita a resolver de forma reflexiva. Dicha reflexión es comparada con pasajes bíblicos como el Libro de Job y la caminata de Jesús en el desierto donde los protagonistas se preguntan el por qué los designios del creador hacia sus personas, si han obrado bien a los ojos de él o simplemente por qué permite que ocurran ciertos actos pero que además lanza otras cuestión como por ejemplo:
¿Cuál es la comparación que podría darse entre la creación del Universo y el día a día de una familia clase mediera? ¿Acaso los sentimientos de bondad son exclusivos de los humanos? ¿Hasta donde llega el alcance de las acciones de nuestros padres? ¿En que momentos nuestras acciones son realmente propias? ¿Ellos están equivocados o nosotros? ¿Cual es el verdadero lazo de nosotros con El Creador? Todas ellas surgen al contemplar este mosaico de hermosas e hipnóticas escenas.
Escenas logradas principalmente por la fotografía de Emmanuel Lubezki con sutiles claroscuros, la supervisión en efectos especiales de Douglas Trumbull y la música de Alexandre Desplat. Mientras que nivel actoral todos y cada uno de los principales sacan adelante sus personajes, Brad Pitt es adecuadamente carente de glamour y muy sincero pues aún siendo un padre estricto es alguien que lleno de amor hacia sus hijos; Jessica Chastain que mantiene un aire renacentista todo el tiempo aún cuando es una mujer sumisa ante los designios de su esposo.
Habiendo dicho esto, El Árbol de la Vida nunca me aburrió, pues la mera combinación de música e imágenes la convierte en un espectáculo hipnótico, de increíble belleza y potencia emocional. En este proyecto Malick nos muestra su trabajo más personal, más intimista. No existe una manera, ni hace falta, de explicar esta cinta. Puede ser indigesta, puede ser conmovedora, puede ser aborrecible, o inolvidable. Cada espectador tendrá que decidir. Lo cierto es que se trata de un trabajo único, de relevancia. Si ésta resiste el paso del tiempo, será otra historia.
Jack O'Brien (Sean Penn) encara la monotonía de su vida en la gran ciudad y la nostalgia por su niñez en Texas, que es expuesta vía flashbacks, narrándonos cómo su padre (Brad Pitt) de disciplina dura y estricta trata de conectar con sus hijos, mientras la madre (Jessica Chastain) funge como colega y hada protectora. Esta situación provoca en Jack admiración y resentimiento hacia su padre durante la transición de niño a adolescente y que lo marcara en su adultez. Y este íntimo drama humano es yuxtapuesto a épicas vistas cósmicas de la creación del universo, el surgimiento de la vida, la evolución de los dinosaurios y escenas del lejano futuro de nuestro universo.
Antes de iniciar la deconstrucción de la cinta hay que advertir al espectador: no espere nada de ella. No trate de entenderla. Sólo déjese llevar. Se trata de algo impresionante, que afecta los sentidos y las emociones en una reacción básica, es decir, habrá quien la ame y quien la odie. Y a diferencia de algunos “pseudo cineastas de arte” Malick si logra hacernos reaccionar y meditar ante las imágenes que contemplamos y los diálogos que se encuentran insertados a lo largo de la trama pues le imprime una gran honestidad emocional al mensaje que intenta transmitirnos pues no lo expone como una verdad absoluta sino como una pregunta de la cual nosotros podemos responder según nuestra experiencia.
La mágica y casi onírica dirección de Malick y sus finos instintos dramáticos logran que el fondo trascienda a la forma, convirtiendo la lentitud de su desarrollo en metódica reflexión, y la arbitrariedad de su narrativa en un acertijo que nos invita a resolver de forma reflexiva. Dicha reflexión es comparada con pasajes bíblicos como el Libro de Job y la caminata de Jesús en el desierto donde los protagonistas se preguntan el por qué los designios del creador hacia sus personas, si han obrado bien a los ojos de él o simplemente por qué permite que ocurran ciertos actos pero que además lanza otras cuestión como por ejemplo:
¿Cuál es la comparación que podría darse entre la creación del Universo y el día a día de una familia clase mediera? ¿Acaso los sentimientos de bondad son exclusivos de los humanos? ¿Hasta donde llega el alcance de las acciones de nuestros padres? ¿En que momentos nuestras acciones son realmente propias? ¿Ellos están equivocados o nosotros? ¿Cual es el verdadero lazo de nosotros con El Creador? Todas ellas surgen al contemplar este mosaico de hermosas e hipnóticas escenas.
Escenas logradas principalmente por la fotografía de Emmanuel Lubezki con sutiles claroscuros, la supervisión en efectos especiales de Douglas Trumbull y la música de Alexandre Desplat. Mientras que nivel actoral todos y cada uno de los principales sacan adelante sus personajes, Brad Pitt es adecuadamente carente de glamour y muy sincero pues aún siendo un padre estricto es alguien que lleno de amor hacia sus hijos; Jessica Chastain que mantiene un aire renacentista todo el tiempo aún cuando es una mujer sumisa ante los designios de su esposo.
Habiendo dicho esto, El Árbol de la Vida nunca me aburrió, pues la mera combinación de música e imágenes la convierte en un espectáculo hipnótico, de increíble belleza y potencia emocional. En este proyecto Malick nos muestra su trabajo más personal, más intimista. No existe una manera, ni hace falta, de explicar esta cinta. Puede ser indigesta, puede ser conmovedora, puede ser aborrecible, o inolvidable. Cada espectador tendrá que decidir. Lo cierto es que se trata de un trabajo único, de relevancia. Si ésta resiste el paso del tiempo, será otra historia.
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