Iron Man 3: Soy el Escudo... Soy la Espada
Robert Downey Jr. regresa como el carismático, cínico, poderoso y brillante billonario superhéroe en Iron Man 3 de Shane Black.
Tras los sucesos acaecidos en Nueva York, el multimillonario Antony “Tony” Starks (Robert Downey Jr.) tiene una crisis de ansiedad al darse cuenta de sus limitaciones y el auténtico peso que lleva poseer la armadura de Iron Man. Mientras tanto, por un lado Aldrich Killian (Guy Pearce) planea lanzar una nueva nano-tecnología llamada “Extremis” y por otro un peligroso terrorista conocido como El Mandarín (Ben Kingsley) hace su aparición causando estragos en los Estados Unidos. Por lo que Tony tendrá que vencer su conflicto existencial si pretende proteger a sus allegados y por ende al país del caos y de la destrucción que se avecina.
Shane Black se hace cargo de la dirección de Iron Man 3, después de que Jon Favreau tuviera conflictos con los productores de Marvel Studios, conservando algunas señas particulares de las primeras cintas y añadiéndole su característico sentido de la acción, la ironía y el sarcasmo para crear un producto con personalidad propia.
Aun cuando Shane Black apenas ha dirigido una cinta, Entre Besos y Tiros (Kiss Kiss, Bang Bang), Black conoce bien el cine de acción ya que ha sido escritor de la saga Arma Mortal (Lethal Weapon) y guionista de El Último Boy Scout (The Last Boy Scout), trabajos estos que llevaron a Marvel Studio a decidir otorgarle la dirección de la cinta que “cerrara” el círculo narrativo del Hombre de Hierro. Pero a pesar de su conocimiento previo sobre el cine de acción y el hecho de imprimirle su correspondiente dosis de humor a la cinta, el director no logra arrancar emociones genuinas de gozo y algarabía, al menos a mi persona, y no por que carezca de la destreza para realizar secuencias emocionantes y trepidantes, sino más bien por el hecho de ironizar demasiado la personalidad de protagonista, y los eventos en lo que se ve inmiscuido este, lo cual provoca que no sea del todo creíble la crisis existencial en la que se encuentra dicho personaje.
Aunado a lo anterior es de puntualizar que Black crea cierta confusión dentro de la trama, como si intentara darle una mayor profundidad a esta para hacerla mucho más interesante, pero ello sólo lo expone como un narrador no especialmente dotado, máxime por el hecho de que algunos eventos son resueltos de forma trivial y en ocasiones de manera casi absurda y de pena ajena.
Pero no todo es malo en este cierre de trilogía pues las secuencias de acción son bien dirigidas y coreografiadas, las cuales por momentos nos recuerda a las vistas en los años 90’s, época en la que las escenas de acción no eran opacadas por el exceso de CGI. Efectos computarizados estos que resultan ser de los mejores del mercado, provocando un festín visual impresionante e impactante.
Por otra parte tenemos a Robert Downey Jr. que nuevamente lleva todo el peso de la película mimetizándose con el personaje a grado de que será difícil, sino es que imposible ver a otro actor encarnando dicho personaje, aunque por momentos demasiado sarcástico para mi gusto, lo cual no es culpa del actor, más bien fue el director que lo quiso mostrar de esta manera, una Gwyneth Paltrow que deja de ser la damisela en peligro para convertirse, sólo por un instante en una heroína, Don Cheadle que resulta ser el compañero ideal de Stark, Guy Pearce resulta muy correcto como el villano en turno, sobre todo por convertirse en una amenaza, tanto física como intelectualmente para el héroe, y Ben Kingsley es regio con su personificación de El Mandarín, quien resulta ser una alegoría a los miedos, mentiras y secretos existentes en una sociedad que ve como terroristas a cada extranjero.
Pese a mi aparente mala crítica hacia la cinta y hacia el director, Shane Black, la película no es del todo mala, sus escenas de acción que son buenas, el humor resulta apropiado para el público en general, simplemente el director no supo cómo crear una sola secuencia donde yo como espectador tuviera esa sensación de querer saltar de la butaca y aplaudir la escena que me encontraba contemplando. Y es que la cinta resulta ser un producto que necesitas ver para disfrutar de forma personal la experiencia que Shane Black intenta dejar.
Tras los sucesos acaecidos en Nueva York, el multimillonario Antony “Tony” Starks (Robert Downey Jr.) tiene una crisis de ansiedad al darse cuenta de sus limitaciones y el auténtico peso que lleva poseer la armadura de Iron Man. Mientras tanto, por un lado Aldrich Killian (Guy Pearce) planea lanzar una nueva nano-tecnología llamada “Extremis” y por otro un peligroso terrorista conocido como El Mandarín (Ben Kingsley) hace su aparición causando estragos en los Estados Unidos. Por lo que Tony tendrá que vencer su conflicto existencial si pretende proteger a sus allegados y por ende al país del caos y de la destrucción que se avecina.
Shane Black se hace cargo de la dirección de Iron Man 3, después de que Jon Favreau tuviera conflictos con los productores de Marvel Studios, conservando algunas señas particulares de las primeras cintas y añadiéndole su característico sentido de la acción, la ironía y el sarcasmo para crear un producto con personalidad propia.
Aun cuando Shane Black apenas ha dirigido una cinta, Entre Besos y Tiros (Kiss Kiss, Bang Bang), Black conoce bien el cine de acción ya que ha sido escritor de la saga Arma Mortal (Lethal Weapon) y guionista de El Último Boy Scout (The Last Boy Scout), trabajos estos que llevaron a Marvel Studio a decidir otorgarle la dirección de la cinta que “cerrara” el círculo narrativo del Hombre de Hierro. Pero a pesar de su conocimiento previo sobre el cine de acción y el hecho de imprimirle su correspondiente dosis de humor a la cinta, el director no logra arrancar emociones genuinas de gozo y algarabía, al menos a mi persona, y no por que carezca de la destreza para realizar secuencias emocionantes y trepidantes, sino más bien por el hecho de ironizar demasiado la personalidad de protagonista, y los eventos en lo que se ve inmiscuido este, lo cual provoca que no sea del todo creíble la crisis existencial en la que se encuentra dicho personaje.
Aunado a lo anterior es de puntualizar que Black crea cierta confusión dentro de la trama, como si intentara darle una mayor profundidad a esta para hacerla mucho más interesante, pero ello sólo lo expone como un narrador no especialmente dotado, máxime por el hecho de que algunos eventos son resueltos de forma trivial y en ocasiones de manera casi absurda y de pena ajena.
Pero no todo es malo en este cierre de trilogía pues las secuencias de acción son bien dirigidas y coreografiadas, las cuales por momentos nos recuerda a las vistas en los años 90’s, época en la que las escenas de acción no eran opacadas por el exceso de CGI. Efectos computarizados estos que resultan ser de los mejores del mercado, provocando un festín visual impresionante e impactante.
Por otra parte tenemos a Robert Downey Jr. que nuevamente lleva todo el peso de la película mimetizándose con el personaje a grado de que será difícil, sino es que imposible ver a otro actor encarnando dicho personaje, aunque por momentos demasiado sarcástico para mi gusto, lo cual no es culpa del actor, más bien fue el director que lo quiso mostrar de esta manera, una Gwyneth Paltrow que deja de ser la damisela en peligro para convertirse, sólo por un instante en una heroína, Don Cheadle que resulta ser el compañero ideal de Stark, Guy Pearce resulta muy correcto como el villano en turno, sobre todo por convertirse en una amenaza, tanto física como intelectualmente para el héroe, y Ben Kingsley es regio con su personificación de El Mandarín, quien resulta ser una alegoría a los miedos, mentiras y secretos existentes en una sociedad que ve como terroristas a cada extranjero.
Pese a mi aparente mala crítica hacia la cinta y hacia el director, Shane Black, la película no es del todo mala, sus escenas de acción que son buenas, el humor resulta apropiado para el público en general, simplemente el director no supo cómo crear una sola secuencia donde yo como espectador tuviera esa sensación de querer saltar de la butaca y aplaudir la escena que me encontraba contemplando. Y es que la cinta resulta ser un producto que necesitas ver para disfrutar de forma personal la experiencia que Shane Black intenta dejar.
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