Quiero creer…
Por el paso de nuestra vida siempre encontraremos fenómenos de naturaleza inexplicable, llamémosles “paranormales y/o divinos y/o cósmicos” los cuales algunos tendrán fervientes seguidores al considerarlos una manifestación cósmica que va más allá de la comprensión humana mientras que otros le restan valor y verdad cuando no es posible explicarlos y experimentarlos dentro del modelo racionalista; mi caso no estoy totalmente de acuerdo ni con uno ni con otro por que cada una de estas polarizaciones cuenta con verdades y mentiras con las que se sustentan sus principios. Además de que no puedo tomar la cómoda postura escéptica por que mi mentalidad curiosa e imaginativa no me lo permite pues esa es la parte primordial de todo ser humano, por un lado tenemos el lado lógico, el querer observar, explicar y medir los eventos que ocurren a nuestro alrededor; y por otro el lado imaginativo o mágico donde se encuentra nuestra capacidad de sorprendernos a nosotros mismos y de ver una realidad “diferente”.
La aseveración anterior, ambigua y ambivalente, es parte de nuestra naturaleza por que no importa que tan lógicos, sensatos y organizados seamos siempre tendremos en nuestra mente rasgos imaginativos y de creencias mágicas y divinas. La creencia de estos fenómenos inexplicables esta enraíza en nuestra mente primitiva pues nuestros ancestros, y todavía el humano actual, le atribuye facultades místicas y mágicas a objetos, eventos y personas determinadas, de ahí surge un salto hacia el pensamiento científico por eso siempre tendremos esa dualidad mental donde lo lógico y lo mágico se funden.
No podemos desestimar la creencia de estos fenómenos ya que en cierta medida nos permite esperanzar y fortalecer nuestras limitaciones y debilidades, impuestas, adquiridas o simplemente no superadas, que muchas veces tenemos para alcanzar un mejor estado potencial de nuestro espíritu y nuestra mente como por ejemplo aquellos que creen que el alma de los muertos pueden comunicarse con nosotros o que podemos predecir el futuro de forma clara y precisa o simplemente que ya hemos tenido contacto con extraterrestres, etc. pero tampoco podemos caer en el fanatismo puro como cuando nos entregamos totalmente a una religión, asunto que no cuestionare en estos momentos, sino que debemos encontrar un equilibrio como los seres diversos y llenos de principios encontramos que somos. Por eso hay que cuidarnos de los riesgos que implica el apasionamiento que se puede llegar a sentir por este tipo de fenómenos y que nos acarrean un despegue de nuestra realidad, el inconveniente también surge cuando nos apegamos mucho hacia los hechos científicos pues estos también tienden a ser erróneos y limitados.
Por eso hay que cobrar conciencia de que ambos tipos de pensamientos, tanto el racional como el imaginativo, forman parte de nuestra estructura mental. Desvincularnos de cualquiera de ellos es rechazar los aspectos relevantes que nos integran como seres humanos por que al final de cuentas todos tenemos un poco de magia, fe, esperanza y racionalidad, aun cuando lo dudemos.
La aseveración anterior, ambigua y ambivalente, es parte de nuestra naturaleza por que no importa que tan lógicos, sensatos y organizados seamos siempre tendremos en nuestra mente rasgos imaginativos y de creencias mágicas y divinas. La creencia de estos fenómenos inexplicables esta enraíza en nuestra mente primitiva pues nuestros ancestros, y todavía el humano actual, le atribuye facultades místicas y mágicas a objetos, eventos y personas determinadas, de ahí surge un salto hacia el pensamiento científico por eso siempre tendremos esa dualidad mental donde lo lógico y lo mágico se funden.
No podemos desestimar la creencia de estos fenómenos ya que en cierta medida nos permite esperanzar y fortalecer nuestras limitaciones y debilidades, impuestas, adquiridas o simplemente no superadas, que muchas veces tenemos para alcanzar un mejor estado potencial de nuestro espíritu y nuestra mente como por ejemplo aquellos que creen que el alma de los muertos pueden comunicarse con nosotros o que podemos predecir el futuro de forma clara y precisa o simplemente que ya hemos tenido contacto con extraterrestres, etc. pero tampoco podemos caer en el fanatismo puro como cuando nos entregamos totalmente a una religión, asunto que no cuestionare en estos momentos, sino que debemos encontrar un equilibrio como los seres diversos y llenos de principios encontramos que somos. Por eso hay que cuidarnos de los riesgos que implica el apasionamiento que se puede llegar a sentir por este tipo de fenómenos y que nos acarrean un despegue de nuestra realidad, el inconveniente también surge cuando nos apegamos mucho hacia los hechos científicos pues estos también tienden a ser erróneos y limitados.
Por eso hay que cobrar conciencia de que ambos tipos de pensamientos, tanto el racional como el imaginativo, forman parte de nuestra estructura mental. Desvincularnos de cualquiera de ellos es rechazar los aspectos relevantes que nos integran como seres humanos por que al final de cuentas todos tenemos un poco de magia, fe, esperanza y racionalidad, aun cuando lo dudemos.
Comentarios
Es cierto que las posturas excépticas tienden en ocasiones a ser radicales, a no admitir que puede haber resquicios desconocidos en la ciencia que aun no conocemos, pero muchas veces seguir un procedimiento científico es lo que nos da certeza de algo, mientras no se retenga un fantasma en un laboratorio, se hagan pruebas reales a una nave voladora de alguna raza galáctica exterior, entonces seguira habiendo quien diga: "los extraterrestres estan entre nosotros", y quien diga "nahh, eso es puro chisme".
Saludos.