Ser pecador

El concepto de pecado se vincula completamente con el catolicismo pero estas faltas no son propias de esta religión ya que las prohibiciones de este tipo son comunes en la mayor parte de los cuerpos doctrinales de carácter religiosos, aunque claro dado que muchas veces nuestra cultura y educación parte de los conceptos occidentales y cristianos por eso suponemos que solo la religión católica tiene muy marcadas estas prohibiciones.

Por eso nuestra percepción sobre el pecado esta tan arraigado dentro de nuestras mentes ya que la cultura judeocristiana ha influido enormemente en nuestra sociedad pues con este tipo de concepciones se ha logrado favorecer nuestra convivencia social y regulan nuestras relaciones culturales. La asimilación de estos conceptos ha permitido al hombre desarrollar una conciencia de las consecuencias de sus actos tanto individuales como sociales. Estamos al tanto de que si practicamos la infidelidad podemos ser descubiertos y por consecuencia abandonados por nuestras parejas, también estamos seguros, aunque lo neguemos, de que si ninguneamos y despreciamos a los demás nos ganaremos muchos enemigos y/o nos quedaremos solos. Por eso las consecuencias de realizar estos actos de manera excesiva pueden repercutir en nuestra salud física y mental, además de perjudicarnos socialmente.

Pero ¿Qué nos lleva a cometer “pecado”? En cierta medida es parte de nuestra el querer transgredir los límites que como sociedad nos hemos impuesto a nosotros mismos, por otra parte el concepto de pecado es una manifestación exagerada de nuestra naturaleza, por ejemplo la Ira nos ayuda a sobrevivir contra aquello, principalmente contra aquellos que se creen más fuertes y que puede causarnos algún daño pero el extremo es cuando se busca castigar o infligir dolor a alguien por una falta menor o simplemente por ser el primero en cruzarse en su camino.

El hecho de llegar a tales extremos son síntomas de insatisfacción personal en cualquier campo donde nos desempeñemos, siguiendo el ejemplo de la ira esta puede ser excesiva en nosotros por que no podemos defendernos adecuadamente contra alguien que pretende ser más fuerte o mejor o simplemente por que nuestras metas no se han alcanzado de la forma en que deseamos. En otro caso la envidia se genera al momento de observar o conocer que a un semejante tiene ciertos bienes y/o beneficios que nosotros deseamos por que creemos que al obtenerlos seremos mejores personas que el poseedor original.

Por eso llegamos a tales extremos nuestra insatisfacción personal nos orilla, pero más allá de eso esta nuestra falta de búsqueda de una respuesta satisfactoria, es más fácil exponer nuestra miseria e inhumanidad para obtener lo que deseamos que buscar activa y exhaustivamente respuestas correctas, concretas y realmente benéficas. Al final muchos preferimos que nos conozcan como el peor o el más miserable ser humano que pensar adecuadamente como podemos ser mejores personas.

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