Mi nombre, mi Cruz

El nombre de una persona cumple en principio la función básica de identificar a dicho individuo en el ámbito familiar y social y así diferenciarlo de otros. Un elemento tan cotidiano y común resulta ser de gran importancia pues además de posicionarnos dentro de nuestra sociedad y en ocasiones ser la carta de presentación para otras sociedades también influye directamente en la formación de nuestra personalidad para bien o para mal; por ejemplo cuando un infante tiene el nombre de varios de sus antepasados puede generar orgullo dentro de él por sentirse parte de un linaje y/o dinastía por tal motivo debe tratar de mantener, ya sea por decisión propia o impuesta por sus demás familiares, una reputación ya establecida. En otro caso como cuando se tiene el nombre de un familiar cercano recién muerto la persona con dicho nombre puede llegar a generar rasgos patológicos de personalidad pues la familia pretende imponer sobre el infante la misma personalidad que tenia el difunto y evitando que dicho niño se desarrolle y exprese de forma propia.

Otros caso relacionados con el nombre es cuando un individuo o familia emigra a un país distinto, culturalmente hablando que al de procedencia. Desea seguir usando el nombre propio que tenia en su país pero al ser extraño y en ocasiones impronunciable deben buscar la forma de modificarlo, adecuarlo a la lengua de su nueva residencia o simplemente buscar uno nuevo que los haga encajar en la sociedad que pretenden ahora vivir, este fenómeno puede verse con mayor facilidad en Estados Unidos pues muchos inmigrantes sobre todo de habla hispana, árabe, etc. Les ponen a sus hijos nombre comunes en ingles para hacerlos encajar mejor en la sociedad en la que ahora viven. La etnopsiquiatría menciona que el nombre de una persona puede funcionar incluso a nivel fisiológico, no es de extrañar que una persona con un nombre que sirve para dar pie burlas y/o malos entendidos por parte de otros individuos desarrolle enfermedades dermatológicas.

Muchos padres por el hecho de sentirse orgullosos de sus vástagos y hacerlos parecer únicos ante los demás le proporcionan nombre singulares que muchas veces rayan en lo cómico y lo ofensivo, situación que afecta enormemente al dueño de dicho nombre pues con este simple hecho lo marca de por vida, para bien y/o para mal, al grado de que sus decisiones se encaminen hacia un destino determinado principalmente por el simple hecho de tener tan singular nombre.

Otra característica del nombre propio es que muchas disciplinas paranormales y metafísicas le proporcionan cierto grado de poder y cualidad, la cual daría como resultado cierto destino preestablecido pues como aseguran los conocedores de la materia “el nombre denota imagen y proyección espiritual y establece el reto por el cual debe consolidarse la persona”. Muchas veces se piensa que usar ciertos nombres podría traer buena o mala suerte según sea el caso. No es de extrañar que ciertos gobernantes monárquicos de algunos países no usen el nombre de un antepasado que sufrió de algún revés en su gobierno o simplemente porque no quiere ser vinculado con un gobernante de carácter despótico y/o tiránico, o en caso contrario repitan el de un gobernante distinguido y amado por su pueblo.

El nombre que cada uno de nosotros tengamos tiene importancia en nuestra vida pues es lo único que nos acompañara a lo largo de ella, nos preparara el camino a seguir y nos dará fortuna o desgracia en más de una forma por eso debemos ser consientes de que clase de nombre debemos ponerles a nuestra descendencia. Ellos nos lo agradecerán o maldecirán eternamente.

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