Pastorela: ¡Las Tradiciones son el Infierno, y Yo soy el Diablo!
Una mezcla de comedia con terror pero con pomposos tintes de cinta de acción, el director mexicano Emilio Portes presenta Pastorela una cinta donde la tradición sirve como vehículo para criticar a las instituciones sociales.
El agente judicial Jesús “Chucho” Juárez (Joaquín Cosío) ha representado ininterrumpidamente al mismísimo Diablo en la tradicional pastorela de San Juan de Nenepilco. Sin embargo, la llegada de un nuevo sacerdote a la congregación, el Padre Edmundo Posadas (Carlos Cobos), y de los intereses de terceros, incluido su compadre Bulmaro (Eduardo España), despojan de su papel a Chucho quien buscara por todos los medios a su alcance, ya sean legales, ilegales e incluso místicos retomar dicho protagónico y representarlo como Dios manda.
Portes pretende realizar una poderosa e “ingeniosa” crítica a las instituciones más recurridas por la sociedad mexicana, las Autoridades de Ley y Orden y la Iglesia Católica, y encausando dicha critica en una de las más antiguas y duraderas tradiciones mexicanas: Las Pastorelas. Dicha crítica emplea el humor sarcástico e irreverente para mostrar los elementos que se llegan existentes en dicha trama, donde lo mismo se muestra a los altos jerarcas de la Iglesia que están más atentos a los ingresos recaudados por cada congregación que a los feligreses mismos, sacerdotes y monjas teniendo relaciones sexuales entre ellos, policías judiciales que buscan la forma de perjudicar al prójimo cuando se enteran que uno de ellos tiene contacto con un “criminal peligroso”, etc.
Dentro de los personajes que pueblan dicha trama tenemos por ejemplo un sacerdote exorcista y manipulador con un lenguaje vulgar, una monja gozosa de su sexualidad pero “recatada”, un judicial testarudo y fiel a sus convicciones, un compadre que es confundido con un criminal de alta peligrosidad, un compañero oficial que también quiere su tajada de una supuesta recompensa, un poseído que deambula por las calles y otros personajes que se unen al enredo iniciado porque Chucho desea mantener su puesto dentro de la pastorela.
En principio el ensamble de la trama y los personajes así como el ritmo con que se maneja la cinta son correctos pues logra sacar sendas carcajadas al espectador promedio pero hacia los últimos 30 minutos de duración de la cinta el director Emilio Portes complica innecesariamente todo y termina por no dar un final satisfactorio y coherente a su película. No es el peor de los pecado fílmicos pero si da al traste el esfuerzo logrado durante los minutos previos y con ello solo consigue una película a medio camino de lo extraordinario.
Al final de cuentas es una cinta cómica y critica sobre las instituciones y la idiosincrasia mexicana. Disfrutable en su mayor parte lo cual dada la calidad que muchas producciones nacionales tienen es de por si un gran merito.
Nota: El homenaje/plagio del final de Los Hermanos Caradura (The Blue Brother) con el cover de Highway to Hell (Traigo el Diablo en la Piel) es fenomenal.
El agente judicial Jesús “Chucho” Juárez (Joaquín Cosío) ha representado ininterrumpidamente al mismísimo Diablo en la tradicional pastorela de San Juan de Nenepilco. Sin embargo, la llegada de un nuevo sacerdote a la congregación, el Padre Edmundo Posadas (Carlos Cobos), y de los intereses de terceros, incluido su compadre Bulmaro (Eduardo España), despojan de su papel a Chucho quien buscara por todos los medios a su alcance, ya sean legales, ilegales e incluso místicos retomar dicho protagónico y representarlo como Dios manda.
Portes pretende realizar una poderosa e “ingeniosa” crítica a las instituciones más recurridas por la sociedad mexicana, las Autoridades de Ley y Orden y la Iglesia Católica, y encausando dicha critica en una de las más antiguas y duraderas tradiciones mexicanas: Las Pastorelas. Dicha crítica emplea el humor sarcástico e irreverente para mostrar los elementos que se llegan existentes en dicha trama, donde lo mismo se muestra a los altos jerarcas de la Iglesia que están más atentos a los ingresos recaudados por cada congregación que a los feligreses mismos, sacerdotes y monjas teniendo relaciones sexuales entre ellos, policías judiciales que buscan la forma de perjudicar al prójimo cuando se enteran que uno de ellos tiene contacto con un “criminal peligroso”, etc.
Dentro de los personajes que pueblan dicha trama tenemos por ejemplo un sacerdote exorcista y manipulador con un lenguaje vulgar, una monja gozosa de su sexualidad pero “recatada”, un judicial testarudo y fiel a sus convicciones, un compadre que es confundido con un criminal de alta peligrosidad, un compañero oficial que también quiere su tajada de una supuesta recompensa, un poseído que deambula por las calles y otros personajes que se unen al enredo iniciado porque Chucho desea mantener su puesto dentro de la pastorela.
En principio el ensamble de la trama y los personajes así como el ritmo con que se maneja la cinta son correctos pues logra sacar sendas carcajadas al espectador promedio pero hacia los últimos 30 minutos de duración de la cinta el director Emilio Portes complica innecesariamente todo y termina por no dar un final satisfactorio y coherente a su película. No es el peor de los pecado fílmicos pero si da al traste el esfuerzo logrado durante los minutos previos y con ello solo consigue una película a medio camino de lo extraordinario.
Al final de cuentas es una cinta cómica y critica sobre las instituciones y la idiosincrasia mexicana. Disfrutable en su mayor parte lo cual dada la calidad que muchas producciones nacionales tienen es de por si un gran merito.
Nota: El homenaje/plagio del final de Los Hermanos Caradura (The Blue Brother) con el cover de Highway to Hell (Traigo el Diablo en la Piel) es fenomenal.
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