War Horse: Y el Caballo en el que Volaba

Steven Spielberg dirige una cinta donde se entrelazan la inocencia distintiva de muchas de sus cintas y la crueldad de la guerra en War Horse (Caballo de Guerra), adaptación del cuento infantil del mismo nombre de Michael Morpurgo.

La familia Narracott, adquiere un potro de nombre Joey el cual deciden utilizar como animal de tiro y donde forma un fuerte lazo con el joven Albert (Jeremy Irvine); hasta que la Gran Guerra estalla y la familia tiene que venderlo para sobrevivir. A partir de ahí el equino protagonista es participe de periplos físicos que lo llevan a vivir los horrores del combate en ambos lados del conflicto. Al mismo tiempo Albert se enlista en el ejército para intentar reunirse con su caballo, y descubre que la vida en el campo de batalla es muy distinta a la de la granja.

Como si se tratase de un cuento, Steven Spielberg no tiene miedo en mostrar la inteligencia del equino que pareciera entender las dificultades por las que pasa sus dueños y pone todo su empeño para ayudarlos, además de que una vez inmiscuido en el campo de batalla utiliza todos sus “conocimientos adquiridos” para salir triunfante de cualquier dificultad.

Como lo ha hecho en algunas de sus anteriores películas, Spielberg no expone ninguna opinión respecto a la guerra y sólo se mantiene al margen como un observador más. Tampoco se deja llevar por la violencia, es por eso que cuando se requiere mostrar las trágicas consecuencias de la guerra, maneja tales situaciones con estilo y sobre todo con sensibilidad. Lo cual muchos cuestionaran tales decisiones del director, como anteriormente se ha hecho, pero dado el origen de la historia y hacia que tipo de público al cual se quiere llegar, en este caso el familiar, es de esperarse esta clase de medidas por parte de él.

Como pocos directores, Spielberg se caracteriza por la impecable producción que imprime en sus obras y en Caballo de Guerra no fue la excepción. El legendario cinematógrafo Janusz Kaminski se esmera por lograr que cada cuadro sea un primoroso paisaje pastoral, o un dramático retrato del atractivo elenco, o una dinámica composición militar rebosante de energía y detalle histórico. Sin caer en exageraciones visuales que puedan glorificar uno de los capítulos más despreciables de la humanidad, Spielberg sabe en que momentos puede lucirse con escenas de incomparable belleza que son dignos de incluirlos entre los mejores momentos del director. Sin limitaciones, deja que la cámara plasme la grandeza de los escenarios naturales, creando por momentos retratos que dicen más que los diálogos de los personajes.

En el contexto de la filmografía de Spielberg, Caballo de Guerra es buena, pero muy distante de su mejor trabajo. No obstante, merece una recomendación por sus altos valores de producción y considerable nivel de entretenimiento.

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