Killing Them Softly: Retribución del Trueno
Killing Them Softly (Mátalos Suavemente), filme dirigido por Andrew Dominik, es la adaptación fílmica del libro Cogan's Trade escrito por George V. Higgins y protagonizada por Brad Pitt.
Dos delincuentes casi en la indigencia, Frankie (Scoot McNairy) y Russell (Ben Mendelsohn), son contratados por Johnny Amato (Vincent Curatola) para atracar un juego de póker organizado por Markkie Trattman (Ray Liotta). Jackie Cogan (Brad Pitt), llamado por la mafia de Nueva Orleans, va a investigar qué paso. El tranquilo y reservado asesino se encargará esclarecer el asunto y castigar a quien se lo merezca.
Desde el inicio de la trama, nos encontramos con paralelismos sobre la estructura empresarial estadounidense y las acciones de la mafia local pues ambas estructuras intentan sacar provecho de las crisis económicas existentes al mismo tiempo que ambas se dicen afectadas por las mismas. En este aspecto descubrimos que el de Brad Pitt, el enigmático Jackie, es un oportunista dispuesto a sacar el mayor partido posible a un caos financiero y de valores como el que se muestra en la cinta. La máxima de "a río revuelto, ganancia de pescadores" nunca se había cumplido tan bien.
Aunado a lo anterior no topamos con una Norteamérica en condiciones severas, empobrecida y donde las calles están sembradas de baches y casas que se desmoronan. Como realmente se ve un país golpeado por la crisis, aspectos que casi ninguna película desea mostrar. Las paletas de colores que dominan la fotografía del filme son los grises y la violencia se estiliza al mínimo para reflejar el sufrimiento que la sociedad, ya sea legal o ilegal, está enfrentando.
El inconveniente que podríamos encontrar con la película es su ritmo pausado y pensativo además de que las abundantes conversaciones son demasiado largas por consiguiente son difícil de seguir. Dicha molestia disminuye con el sobresaliente y cuidadoso ojo del director en las secuencias de los asesinatos, pues cada uno es visualmente muy estimulante. Gráficos y dolorosos, pero muy efectivos. Lástima que estas secuencias sean tan pocas.
Brad Pitt está perfecto en la piel del inmutable Jackie, y no sólo Pitt destaca por su interpretación. Prácticamente todos los que intervienen se me antojan excelentes, desde Ray Liotta a Richard Jenkins, pasando por el inmenso James Gandolfini quien, da vida a un sicario acabado, alcoholizado, mujeriego y con un montón de problemas con la justicia.
A pesar de su narrativa y de ese humor cáustico que se desprende de cada una de sus escenas la cinta podrá ser demasiado densa y aburrida para algunos sectores del público pero aquellos que deseen ver una crítica abierta a los Estados Unidos y su hipócrita economía encontraran una muy recomendable opción.
Dos delincuentes casi en la indigencia, Frankie (Scoot McNairy) y Russell (Ben Mendelsohn), son contratados por Johnny Amato (Vincent Curatola) para atracar un juego de póker organizado por Markkie Trattman (Ray Liotta). Jackie Cogan (Brad Pitt), llamado por la mafia de Nueva Orleans, va a investigar qué paso. El tranquilo y reservado asesino se encargará esclarecer el asunto y castigar a quien se lo merezca.
Desde el inicio de la trama, nos encontramos con paralelismos sobre la estructura empresarial estadounidense y las acciones de la mafia local pues ambas estructuras intentan sacar provecho de las crisis económicas existentes al mismo tiempo que ambas se dicen afectadas por las mismas. En este aspecto descubrimos que el de Brad Pitt, el enigmático Jackie, es un oportunista dispuesto a sacar el mayor partido posible a un caos financiero y de valores como el que se muestra en la cinta. La máxima de "a río revuelto, ganancia de pescadores" nunca se había cumplido tan bien.
Aunado a lo anterior no topamos con una Norteamérica en condiciones severas, empobrecida y donde las calles están sembradas de baches y casas que se desmoronan. Como realmente se ve un país golpeado por la crisis, aspectos que casi ninguna película desea mostrar. Las paletas de colores que dominan la fotografía del filme son los grises y la violencia se estiliza al mínimo para reflejar el sufrimiento que la sociedad, ya sea legal o ilegal, está enfrentando.
El inconveniente que podríamos encontrar con la película es su ritmo pausado y pensativo además de que las abundantes conversaciones son demasiado largas por consiguiente son difícil de seguir. Dicha molestia disminuye con el sobresaliente y cuidadoso ojo del director en las secuencias de los asesinatos, pues cada uno es visualmente muy estimulante. Gráficos y dolorosos, pero muy efectivos. Lástima que estas secuencias sean tan pocas.
Brad Pitt está perfecto en la piel del inmutable Jackie, y no sólo Pitt destaca por su interpretación. Prácticamente todos los que intervienen se me antojan excelentes, desde Ray Liotta a Richard Jenkins, pasando por el inmenso James Gandolfini quien, da vida a un sicario acabado, alcoholizado, mujeriego y con un montón de problemas con la justicia.
A pesar de su narrativa y de ese humor cáustico que se desprende de cada una de sus escenas la cinta podrá ser demasiado densa y aburrida para algunos sectores del público pero aquellos que deseen ver una crítica abierta a los Estados Unidos y su hipócrita economía encontraran una muy recomendable opción.
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