Mama: Yo Hubiera Sido Su Mami
El cineasta argentino Andrés Muschietti escribió y dirigió en 2008 un logrado cortometraje de producción española, titulado sencillamente Mamá, el producto fascinó instantáneamente a Guillermo del Toro, quien abrazó el esfuerzo de Muschietti, que lo llevó a producir su versión en largometraje llamada Mama (Mamá).
Lucas Desange (Nikolaj Coster-Waldau) se empeña en descubrir el paradero de sus sobrinas Victoria (Morgan McGarry) y Lily (Maya y Sierra Dawe), de 3 y 1 años respectivamente, quienes fueron raptadas por su hermano Jeffrey (Nikolaj Coster-Waldau). Finalmente lo logra, 5 años después Victoria (Megan Charpentier) y Lily (Isabelle Nélisse) son dos pequeñas salvajes que regresan a casa con la ayuda del psiquiatra Dr. Gerald Dreyfuss (Daniel Kash). Lucas y su pareja sentimental Annabel (Jessica Chastain) se encargan de cuidarlas pero un horror se revela paulatinamente el cual encierra un terrible misterio del pasado.
Andrés Muschietti, director y co-guionista de la película, comparte créditos con su hermana Bárbara Muschietti y Neil Cross, parte de clichés y referencias/homenajes de otras cintas de terror para crear una atmósfera de tensión, tragedia y tormento que va infundiendo un desasosiego paulatino en el espectador. La temática gira en torno a la soledad y la pérdida, en torno a una infancia sórdida y traumática donde las atmósferas perturbadoras que se vuelcan hacia las pesadillas. Y es en la trama donde se nota la influencia de Guillermo del Toro, pues sus historias más afortunadas están asociadas a historias que involucran niños y una orfandad literal o simbólica donde las canciones de cuna y los cuentos infantiles pueden tornarse lúgubres y perturbadores.
Más allá de los elementos y referencias utilizadas por Muschietti para contarnos una macabra historia, lo que en realidad fascina es el choque de dos planos, el de la aparente normalidad y el de lo sobrenatural y tétrico. Ahí encontramos a la mujer que no desea ser madre y la madre enfermiza. La primera intenta mantenerse ajena a la situación pero termina por ablandarse ante sus hijas putativas y la otra, el monstruo que rehúsa a mostrarse y cuyo abrazo hiela los huesos y al mismo tiempo entretiene a sus retoños adoptivos. En dichas figuras encontramos la conjunción de la normalidad y lo anormal, de la psicología y la locura, de los sueños y la realidad, la familia ideal y la del rechazo.
A pesar de tan interesante premisa y de los elementos que la integran, Muschietti deja ver la falta de pericia narrativa en algunos momentos que resultan ilógicos y por momentos inverosímiles. Sin embargo, Muschietti demuestra que sabe montar visualmente una historia de horror fantasmal, y donde desarrolla algún elemento dramático significativo que termina frente a un desenlace agridulce, consistente y hasta necesario para todos los implicados, incluido el espectador.
Apoyado en la fotografía de Antonio Riestra, con tonos fríos y abundantes encuadres cerrados, donde el director enfatiza la tensión y la sorpresa propias del género. Mamá es un ejercicio de género eficaz e interesante.
Y es aquí donde funciona la selección del reparto: Isabelle Nélisse, como una niña antisocial comedora de insectos, Megan Charpentier, perturbada y agobiada por el temor y los sentimientos encontrados originados por “mamá”, pero quien realmente merece todo el reconocimiento es Jessica Chastain como la roquera, antisocial pero finalmente madre Annabel.
En conclusión, Mamá es una obra de horror que ofrece más de lo que uno espera. No me queda más que recomendarla por su trama y apego emocional y transformativo.
Lucas Desange (Nikolaj Coster-Waldau) se empeña en descubrir el paradero de sus sobrinas Victoria (Morgan McGarry) y Lily (Maya y Sierra Dawe), de 3 y 1 años respectivamente, quienes fueron raptadas por su hermano Jeffrey (Nikolaj Coster-Waldau). Finalmente lo logra, 5 años después Victoria (Megan Charpentier) y Lily (Isabelle Nélisse) son dos pequeñas salvajes que regresan a casa con la ayuda del psiquiatra Dr. Gerald Dreyfuss (Daniel Kash). Lucas y su pareja sentimental Annabel (Jessica Chastain) se encargan de cuidarlas pero un horror se revela paulatinamente el cual encierra un terrible misterio del pasado.
Andrés Muschietti, director y co-guionista de la película, comparte créditos con su hermana Bárbara Muschietti y Neil Cross, parte de clichés y referencias/homenajes de otras cintas de terror para crear una atmósfera de tensión, tragedia y tormento que va infundiendo un desasosiego paulatino en el espectador. La temática gira en torno a la soledad y la pérdida, en torno a una infancia sórdida y traumática donde las atmósferas perturbadoras que se vuelcan hacia las pesadillas. Y es en la trama donde se nota la influencia de Guillermo del Toro, pues sus historias más afortunadas están asociadas a historias que involucran niños y una orfandad literal o simbólica donde las canciones de cuna y los cuentos infantiles pueden tornarse lúgubres y perturbadores.
Más allá de los elementos y referencias utilizadas por Muschietti para contarnos una macabra historia, lo que en realidad fascina es el choque de dos planos, el de la aparente normalidad y el de lo sobrenatural y tétrico. Ahí encontramos a la mujer que no desea ser madre y la madre enfermiza. La primera intenta mantenerse ajena a la situación pero termina por ablandarse ante sus hijas putativas y la otra, el monstruo que rehúsa a mostrarse y cuyo abrazo hiela los huesos y al mismo tiempo entretiene a sus retoños adoptivos. En dichas figuras encontramos la conjunción de la normalidad y lo anormal, de la psicología y la locura, de los sueños y la realidad, la familia ideal y la del rechazo.
A pesar de tan interesante premisa y de los elementos que la integran, Muschietti deja ver la falta de pericia narrativa en algunos momentos que resultan ilógicos y por momentos inverosímiles. Sin embargo, Muschietti demuestra que sabe montar visualmente una historia de horror fantasmal, y donde desarrolla algún elemento dramático significativo que termina frente a un desenlace agridulce, consistente y hasta necesario para todos los implicados, incluido el espectador.
Apoyado en la fotografía de Antonio Riestra, con tonos fríos y abundantes encuadres cerrados, donde el director enfatiza la tensión y la sorpresa propias del género. Mamá es un ejercicio de género eficaz e interesante.
Y es aquí donde funciona la selección del reparto: Isabelle Nélisse, como una niña antisocial comedora de insectos, Megan Charpentier, perturbada y agobiada por el temor y los sentimientos encontrados originados por “mamá”, pero quien realmente merece todo el reconocimiento es Jessica Chastain como la roquera, antisocial pero finalmente madre Annabel.
En conclusión, Mamá es una obra de horror que ofrece más de lo que uno espera. No me queda más que recomendarla por su trama y apego emocional y transformativo.
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