127 Hours: Ninguna Piedra sin Remover

El popular director ingles Danny Boyle decide contar la historia de Aron Ralston basándose en su libro Between a Rock and a Hard Place, para ello cuenta con el protagónico de James Franco en 127 Hours (127 Horas).

Aron Ralston (James Franco) es un excursionista que viaja, sin informarle a nadie de su travesía, hasta el cañón Blue John en Utah. Mientras realiza su expedición cae accidentalmente en una grita donde una pesada roca atrapa su brazo y es entonces que debe de contemplar una solución para salir del problema.

Danny Boyle se ha caracterizado por contar muy bien las historias a las que recurre para realizar sus películas, no importando lo sencillas o complejas que estas sean y para ello hace uso de los movimientos frenéticos de la cámara, una edición ágil y una música perfecta. En esta ocasión el director opto por contar la historia con un final ya determinado, Aron debe cortarse el brazo para poder sobrevivir, hecho el cual no demerita ni arruina la trama, al contrario Boyle usa ese recurso para mostrarnos como un ser humano estando al limite de la cordura y de la vida puede tomar decisiones radicales para preservar el bien absoluto: la vida misma; y lo hace sin caer en chantajes moralista ni en dramas dignos de telenovelas. Lo hace, tomándose licencias creativas con respecto al verdadero Aron Ralston, desde el punto de vista de los recuerdos y las premoniciones que tiene el protagonista para formarse una idea clara y concisa de cual será su futuro de ahora en adelante. La decisión que toma no es nada sutil ni sencilla pero al final de cuentas es la única que tiene. Ese es uno de los tantos aciertos del cineasta que logra con esta película pues hace participe, e incluso pareciera por momentos que el espectador mismo es parte integral de las vivencias y acciones del protagonista, y lanza la pregunta ¿Qué haríamos nosotros mismos bajo esa circunstancias?

Otros logros que tiene esta cinta son la edición de Jon Harris, las escenas se van desarrollando con agilidad y vitalidad de tal manera que jamás nos induce a la claustrofobia, si bien el personaje está preso de la situación, su mente es libre y esto es transmitido de tal manera que a la larga es lo que en realidad lo libera. La música es de A.R. Rahman, es un buen elemento en la cinta, coloreando las atmósferas de júbilo, desesperación y libertad. La fotografía corre a cargo de de Enrique Chediak y Anthony Dod Mantle por momentos paisajista, en otros compleja como mostrar el agua fluye desde una simple manguera e incluso vista desde una sencilla cámara de video y fotografía.

Pero que seria de una historia sin su protagonista, en este caso James Franco quien carga con todo el peso de la película, prácticamente está frente a cámara todo el tiempo, pasando por la furia, la desesperanza, las ganas de salir delante, riendo, bromeando, imaginando cada momento anterior y posterior a su accidente. Con ello franco se mete de lleno al salón de las Grandes Actuaciones, tal vez no sea la mejor pero sin duda es digna de verse; esperemos que su carrera termine de despuntar.

Al final de cuentas 127 Horas es una buena película digna de verse y analizarse, el inconveniente seria que las imágenes y temática tienen un matiz que no a cualquiera puede gustar, sobre todo cuando el protagonista toma la decisión de escapar de ahí pese a su integridad física.

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