Argo: Todo de Acuerdo al Plan...
Argo, tercer largometraje de Ben Affleck, quien busca consolidarse como un director competente dentro de la industria, realiza esta obra basándose en el articulo de Joshuah Bearman: "Escape from Teheran".
Teherán, 4 de noviembre de 1979: Durante la Revolución Islámica Iraní, una turba de estudiantes y civiles toman por repentino asalto las instalaciones de la Embajada Estadounidense en dicha capital. Casi todo el personal diplomático fue tomado como rehén. Pero en medio del caos y el pánico, un grupo de funcionarios consulares pudieron escapar y ocultarse en la residencia privada de Kenneth Taylor (Victor Garber), embajador de Canadá. Un operativo secreto de rescate es puesto en marcha, a través de la CIA, a cargo del agente experto en rescates y huidas, Tony Méndez (Ben Affleck) quien idea, de forma ciertamente inverosímil, infiltrarse en Irán con la guisa de ser parte de una productora cinematográfica canadiense, que busca escenarios naturales en Teherán para rodar un filme de ciencia-ficción llamado “Argo”, mismo que, evidentemente no existe. Para que su plan tenga consistencia, Méndez se apoya en un oscarizado John Chambers (John Goodman), experto en maquillaje y efectos, y en Lester Siegel (Alan Arkin), un productor afamado, quienes arman el tinglado para hacer creíble su mentira y darle las herramientas para entrar a rescatar a los prófugos.
Lo primero que debe de reconocerse son las diversas libertades literarias efectuadas dentro de la cinta, cinta que intenta mantenerse fiel a los eventos reales que muestra en pantalla, entre dichas libertades tenemos la creación del personaje de Alan Arkin, Lester Siegel, quien en realidad viene a ser la suma de varias personas que ayudaron a Tony Méndez en la operación secreta, así como la forma en que todos los fugitivos y el propio Méndez pudieron evadir a las autoridades iraníes en el aeropuerto, pero dichas licencias creativas pueden ser aceptadas ya que permiten hacer más fluida la trama.
Ahora bien, y refiriéndonos al trabajo de Ben Affleck, nos encontramos con una gran labor de dirección realizado por Affleck, al cual sinceramente considero como actoralmente mediocre, pero que detrás de cámaras logra revelar una faceta artística superior. En esta faceta Affleck nos muestra un exhaustivo cuidado a los detalles. Desde el diseño de producción, hasta la música, pasando por la fotografía que esta a cargo del mexicano Rodrigo Prieto, y las caracterizaciones, no queda duda que cada uno de estos elementos nos remonta a finales de la década de los 70 y principios de los 80. Tal cuidado de los detalles se vuelve más evidente en los créditos finales cuando nos presenta fotografías de archivo de los implicados en la operación y las compara con los intérpretes de la cinta. La forma en que Affleck aborda este caso real y le confiere una tensión que va en crescendo aunado a una sobria elegancia en su trabajo de cámara, consigue atrapar al espectador y mantenerlo atento y en suspenso a lo largo de las casi dos horas y media del filme.
La tarea de dirección de Affleck no estaría completa sin las sólidas interpretaciones que complementan la atmósfera de la cinta. Entre dichas interpretaciones destacan la presencia de John Goodman, Alan Arkin y Bryan Cranston, quienes dan vida al maquillista John Chambers, al productor Lester Siegel y a Jack O'Donnell, jefe de Méndez, respectivamente. Cuyos personajes son clave para el éxito de la misión de rescate.
Desde este pequeño espacio recomiendo y aplaudo con entusiasmo Argo como una cinta de connotaciones políticas, pero íntima en sus detalles humanos y con divertidas observaciones sobre la industria del cine. Pero sobre todo elogio la labor de Ben Affleck como director quien a mi parecer ha encontrado su verdadera vocación artística.
Teherán, 4 de noviembre de 1979: Durante la Revolución Islámica Iraní, una turba de estudiantes y civiles toman por repentino asalto las instalaciones de la Embajada Estadounidense en dicha capital. Casi todo el personal diplomático fue tomado como rehén. Pero en medio del caos y el pánico, un grupo de funcionarios consulares pudieron escapar y ocultarse en la residencia privada de Kenneth Taylor (Victor Garber), embajador de Canadá. Un operativo secreto de rescate es puesto en marcha, a través de la CIA, a cargo del agente experto en rescates y huidas, Tony Méndez (Ben Affleck) quien idea, de forma ciertamente inverosímil, infiltrarse en Irán con la guisa de ser parte de una productora cinematográfica canadiense, que busca escenarios naturales en Teherán para rodar un filme de ciencia-ficción llamado “Argo”, mismo que, evidentemente no existe. Para que su plan tenga consistencia, Méndez se apoya en un oscarizado John Chambers (John Goodman), experto en maquillaje y efectos, y en Lester Siegel (Alan Arkin), un productor afamado, quienes arman el tinglado para hacer creíble su mentira y darle las herramientas para entrar a rescatar a los prófugos.
Lo primero que debe de reconocerse son las diversas libertades literarias efectuadas dentro de la cinta, cinta que intenta mantenerse fiel a los eventos reales que muestra en pantalla, entre dichas libertades tenemos la creación del personaje de Alan Arkin, Lester Siegel, quien en realidad viene a ser la suma de varias personas que ayudaron a Tony Méndez en la operación secreta, así como la forma en que todos los fugitivos y el propio Méndez pudieron evadir a las autoridades iraníes en el aeropuerto, pero dichas licencias creativas pueden ser aceptadas ya que permiten hacer más fluida la trama.
Ahora bien, y refiriéndonos al trabajo de Ben Affleck, nos encontramos con una gran labor de dirección realizado por Affleck, al cual sinceramente considero como actoralmente mediocre, pero que detrás de cámaras logra revelar una faceta artística superior. En esta faceta Affleck nos muestra un exhaustivo cuidado a los detalles. Desde el diseño de producción, hasta la música, pasando por la fotografía que esta a cargo del mexicano Rodrigo Prieto, y las caracterizaciones, no queda duda que cada uno de estos elementos nos remonta a finales de la década de los 70 y principios de los 80. Tal cuidado de los detalles se vuelve más evidente en los créditos finales cuando nos presenta fotografías de archivo de los implicados en la operación y las compara con los intérpretes de la cinta. La forma en que Affleck aborda este caso real y le confiere una tensión que va en crescendo aunado a una sobria elegancia en su trabajo de cámara, consigue atrapar al espectador y mantenerlo atento y en suspenso a lo largo de las casi dos horas y media del filme.
La tarea de dirección de Affleck no estaría completa sin las sólidas interpretaciones que complementan la atmósfera de la cinta. Entre dichas interpretaciones destacan la presencia de John Goodman, Alan Arkin y Bryan Cranston, quienes dan vida al maquillista John Chambers, al productor Lester Siegel y a Jack O'Donnell, jefe de Méndez, respectivamente. Cuyos personajes son clave para el éxito de la misión de rescate.
Desde este pequeño espacio recomiendo y aplaudo con entusiasmo Argo como una cinta de connotaciones políticas, pero íntima en sus detalles humanos y con divertidas observaciones sobre la industria del cine. Pero sobre todo elogio la labor de Ben Affleck como director quien a mi parecer ha encontrado su verdadera vocación artística.
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