Life of Pi: Alas y una Plegaria

Life of Pi (Una Aventura Extraordinaria) es la adaptación cinematográfica de la novela del mismo nombre (Life of Pi) escrita por Yann Martel y que es dirigida por el afamado Ang Lee bajo el auspicio de Fox 2000 Pictures.

Piscine Molitor “Pi” Patel (Irrfan Khan) relata su historia de como siendo joven (Suraj Sharma) tuvo que mudarse de Pondicherri, India hacia Canadá. Dicho viaje lo hará en compañía de su familia y de los animales del zoológico propiedad de su padre. Pero el periplo se tornara peligroso pues termina naufrago después de una tormenta pero es ahí donde comienza su fantástica aventura a bordo de un bote a la deriva en medio del Pacífico, con un peculiar compañero de viaje: Richard Parker, un enorme tigre de bengala. Poco a poco se establece una curiosa e inesperada relación entre ambos náufragos y la historia se desarrolla.

Una de las principales razones que me cautiva el cine es su capacidad de crear una trama alrededor de un mensaje claro y conciso, dicho mensaje puede no agradar a todos, pero si nos dejara con una reflexión deambulando por nuestras cabezas por un par de horas. Este es el caso de Life of Pi donde claramente nos dice que “La Fe mueve Montañas” pero para logarlo hay que poner a prueba dicha fe.

En este caso nuestro protagonista es una persona inquieta mental y espiritualmente y busca en diversas ideologías religiosas (desde el hinduismo, el cristianismo hasta el Islam) las verdades sobre el universo, la vida y de la naturaleza humana (y animal), de las cuales aprende y coge lo que más le complementan y ayuden para afrontar la vida. Su historia intenta trasmite, y en cierta medida lo logra, un mensaje sobre la fe, pero también nos adentra en un viaje personal sobre el paso de la inocencia a la madurez en forma de fábula, en que el joven protagonista demostrará cómo fue capaz de enfrentarse a sus miedos y formarse un carácter fuerte ligado a su inquebrantable espíritu de supervivencia y a su confianza en Dios.

Por ello no es de sorprender que Ang Lee sea el director de esta adaptación pues su interés por los sentimientos y pensamientos de los personajes logran otorgar un gran grado de intimismo a sus historias. Y Una Aventura Extraordinaria no se aleja de este camino con la añadidura de contar con un despliegue técnico de primera categoría. Lee consigue mediante efectos especiales deslumbrar al espectador e introducirlo en la gran aventura que vive el protagonista, consiguiendo tramos verdaderamente de ensueño que nos dejan maravillados. El despliegue técnico es de primera, con predominio de colores pastel y luces fluorescentes por la noche en secuencias visualmente imborrables.

Sin embargo el film cuenta con una falla que podría incomodar a más de uno, y eso es el ritmo algo pausado y por momentos contemplativo, así como a la extensa duración de la cinta. Dicha “falla” no debería tomarse como tal pues muchos reconocidos filmes se desarrollan de esta manera pero dados los tiempos que corren y la creciente cultura adquirida por los espectadores de que entre más rápida y menos introspectiva sea una trama es mejor. Con ello sólo quiero dejar en claro que Una Aventura Extraordinaria no es para el espectador ávido consumidor de cintas de acción con tramas huecas.

Con un reparto casi por completo desconocido, la cinta logra cautivar, entrenar y también nutre al espectador con un mensaje sobre la fe. Ang Lee hace un formidable festín visual, donde utiliza cada imagen para sostener su relato, ofreciendo al espectador un sinnúmero de preguntas que hacerse al salir de la sala demostrando con ello porque es uno de los cineastas contemporáneos más versátiles, maduros, empáticos y observadores.

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