Gravity: El Desafío

En su más reciente película, Gravity (Gravedad), el director Alfonso Cuarón, crea una sorpresiva experiencia sensorial de acción estremecedora, inventiva formal y una narración intimista sobre la lucha contra la adversidad, la cual resulta ser una experiencia indescriptible.

El transbordador espacial Explorer orbita a 600 km. sobre la Tierra; su actual misión resulta ser la última para el coronel Matt Kowalski (George Clooney) y la primera para su compañera Ryan Stone (Sandra Bullock), civil dedicada a la ciencia. La destrucción de un satélite provocará una onda de choque que dejara a Matt y a Ryan a la flotando deriva en el espacio. Desprotegidos y con su sistemas vitales agotándose, deberán ingeniárselas para lograr llegar hasta cualquiera de las Estaciones espaciales en órbita, ya sea la Estación Espacial Internacional o la Estación Tiangong.

La trama de Gravedad parte de una premisa muy sencilla; los protagonistas se encuentran en medio de una situación de riesgo y deben encontrar un lugar donde refugiarse. Dicha premisa les permite a los autores del guión, Alfonso y su hijo Jonás Cuarón, explorar la pequeñez del ser humano en el caos que supone ese indomable vacío del Cosmos, lo cual nos lleva a advertir los miedos, la soledad y las capacidades, tanto físicas como mentales, e incluso espirituales, de los protagonistas, quienes gradualmente experimentan el efecto espiritual que tiene la muerte y les permite luchar para salir adelante, por recuperar la voluntad de vivir.

Tal situación provoca que el espectador experimente tensión y miedo a una escala galáctica, los cuales se encuentran establecidos en los aspectos audiovisuales que describen con autenticidad la Nada, la verosimilitud es tal, que llega a incomodar y estremecer al espectador y es que el director nos sumerge en la acción sin contemplación y en todo momento comparte con nosotros el reto de sobrevivir en el espacio. La forma en que cada una de las escenas es presentada logra por si misma que la narrativa adquiera ese toque de visceralidad y salvajismo emotivo, así mismo tales escenas presentan una poderosa sugestión lírica y simbólica; la inmensidad del cosmos comparada con el espíritu de lucha del ser humano.

Para plasmar en pantalla dichas escenas, dotándolas a su vez de las emociones y simbolismos antes descritos, el director Alfonso Cuarón recurre a su colaborador habitual en el área de iluminación y fotografía, Emmanuel Lubezki, quien llegó a idear un sistema innovador de iluminación denominado “Sarcophagus”, una caja de luz que simula a la perfección la iluminación de la ionosfera. Ambos recurren a su vez lo que parece ser ya el sello personal del director, los planos-secuencias, a la vez que recurren a planos subjetivos. Tal técnica y usos de planos, tan funcionales y a la vez sugestivos, resaltan el contraste extremo entre la serenidad del vacío y la violencia de los eventos percibidos en pantalla, lo cual hace que cada escena emane una belleza contemplativa y a la vez un suspenso escalofriante, sin mencionar que dichas escenas se ven reforzadas por un extraordinario diseño de sonido que matiza el silencio sepulcral y los sonidos respiratorios que emana cada uno de los protagonistas, aunado a una formidable edición, que permite al espectador experimentar la vastedad del espacio a la vez de sentir claustrofobia, en conjunto todo ello resulta en un trabajo magistral.

Aunado a lo anterior, hay que destacar la musicalización hecha por Steven Price, la cual reafirma la atmósfera de tristeza y desolación, diseñada estupendamente por nuestros compatriotas, así como realza las fortalezas y fe que los protagonistas tienen. Los sonidos y silencios resultan ser tan calmados y a su vez tan desalentadores, que parecieran que son exhalados por el mismo cosmos, embonando perfectamente con las imágenes expuestas en la cinta.

Técnicamente la película es impecable, si bien resulta ser una proeza visual, el verdadero trabajo resulta ser un viaje hacia el interior del alma humana, donde son expuestas de forma cruda y directa el miedo, la esperanza, la ansiedad, la pena, el alivio y el asombro de personas que se encuentran en situaciones límite, lo cual los lleva a descubrirse a sí mismos, y quizá incluso a algo más profundo.

Para lograr exponer tales sentimientos, el director mexicano contó con la participación de Sandra Bullock, quien demuestra que no tiene miedo a nada y se deja llevar por tales sensaciones, actuación que resulta ser impresionante, pues dota al personaje de la fragilidad necesaria para transmitir al espectador la angustia, el dolor y la fuerza en la que se encuentra. Una actuación simplemente arrolladora.

Por otra parte, hay que mencionar, que la cinta resulta ser un claro homenaje, por parte del director, a muchas cintas de ciencia ficción, sobre todo a aquellas que hoy en día son consideradas clásicas como La Guerra de las Galaxias, así como 2001: Odisea del Espacio, Solaris (1972), Alien: El Octavo Pasajero y El Planeta de los Simios (1968), así como aquellas no clásicas pero igual de reconocidas como 2010: El Año que Hacemos Contacto y Guía del Viajero Intergaláctico, sin olvidar el drama Apolo 13.

De Gravedad puedo escribir mucho, resaltar todas y cada una de sus virtudes técnicas, la espiritualidad y el mensaje que maneja, e incluso enumerar sus defectos, pero lo cierto es, que lo único que podría hacerle justicia es irla a ver al cine y abandonarse por 90 minutos en la oscuridad de la sala, ya que nos encontramos con un cine en estado puro, aquel de contar historias mediante imágenes y entretenimiento, así como una reflexión de la naturaleza humana diminuta ante el infinito del cosmos. Trabajo con el cual, Alfonso Cuarón, en conjunto con su hijo Jonás, así como Emmanuel Lubezki, han dado pequeño paso para el entretenimiento y un gran paso para el arte. Y es que Gravedad resulta ser una obra de arte y de culto. Simplemente excelente.

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