El Hobbit Part II: Ni Bosque, Ni Lago, Sólo la Montaña Solitaria

The Hobbit: The Desolation of Smaug (El Hobitt: La Desolación de Smaug) plasma la continuidad de la aventura de Bilbo, Gandalf, Thorin y la tropa de enanos quienes buscan adentrarse a su antiguo hogar que les fue arrebatado por el temible dragón Smaug.

Tras sobrevivir al inicio de su inesperado viaje, la Compañía integrada por Bilbo Baggins (Martin Freeman), Gandalf El Gris (Ian McKellen) y Thorin Escudo de Roble (Richard Armitage) se dirige al Este. A lo largo de su viaje se encuentran con el cambia-pieles Beorn (Mikael Persbrandt), una colonia de arañas gigantes y a los elfos silvanos que viven en el traicionero Bosque Negro. Tras escapar de todo ello, los enanos se dirigen a Ciudad del Lago y posteriormente a la mismísima Montaña Solitaria. Allí se enfrentarán al mayor peligro de todos, la criatura más aterradora: el dragón Smaug (Benedict Cumberbatch).

Al igual que hace 11, cuando El Señor de los Anillos: Las Dos Torres se estrenó en las vísperas de navidad, los cines están abarrotados por El Hobitt: La Desolación de Smaug, la expectativa de una producción de esa magnitud se espera con impaciencia, los espectadores aguardan el momento para ver esta épica continuación de la adaptación del mundo de J.R.R. Tolkien.

Peter Jackson nos lleva de nueva cuenta al relato de aventura, con lecciones sobre la valentía, el valor, el perdón y la esperanza, todo ello de forma épica. Nuevamente el guión corre a cargo de Peter Jackson, en colaboración con Guillermo del Toro, quien se toma algunas libertades, cambia ciertas situaciones y agrega otras para que la película sea un poco más dinámica, manteniendo la atención en la misión de Bilbo y su travesía por demostrar lo que Gandalf les prometió a los enanos.

Uno de los cambios es la introducción de la elfa Tauriel (Evangeline Lilly) y su relación con uno de los enanos. Aunque no todos estarán del todo de acuerdo y se podrán sentir traicionados por las decisiones del realizador, la película funciona bastante bien.

Algo a destacar el dragón Smaug, quien resulta ser un excelente adversario, su presencia, cuya voz a cargo de Benedict Cumberbatch, genera miedo, reverencia y ayuda a entender el pavor que causa a la Ciudad del Lago y sus alrededores. Mientras que Bilbo resulta ser un personaje mucho más activo que lo mostrado en la primera cinta, ahora es quien realiza las acciones y permite a la historia avanzar, además de que vemos el crecimiento interno del hobbit, su fortaleza y valentía ante la adversidad y su apego con el anillo que despierta la oscuridad del ojo que todo lo ve. Martin Freeman demuestra que se ha adueñado por completo de Bilbo.

Esta segunda entrega de El Hobbit sigue siendo un manjar a la vista, con una gran dosis de acción, amor y humor. Si se le compara con la primera parte hay una evidente mejora tanto en su narración cinematográfica como en la forma en que se transforman sus personajes.

El Hobbit: La Desolación de Smaug, cumple las expectativas, pues en conjunto resulta una gran obra épica, con los grandes efectos visuales y la gran fotografía, edición, música, diseño de producción, vestuario. Aunque no está completamente apegada al libro, el relato cinematográfico es increíble, trepidante y al mismo tiempo conmovedor por los matices de sus personajes, volviéndola de alguna forma inalcanzable y hermosa.

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