¿Est Summum Bonum?

El consumo mueve la economía y también es en ocasiones el motor del éxito individual y social. Pero en la búsqueda aquello aparentemente milagroso y claramente prescindible, la salud mental, física y financiera esta en riesgo, además de provocar el desecho de 60 mil toneladas de basura solo en México. Por lo que la pregunta es: ¿Cuanto realmente necesitamos de todo lo que compramos?


Por un lado, es verdad que la industria publicitaria comercializa la mercancía a través de un espectáculo incesante y seductor que nos condiciona a buscar poder adquisitivo en el rincón más oscuro del planeta. Es un hecho que las estrategias de mercado pueden ser extremadamente efectivas.

Los vendedores de productos han sido lo bastante hábiles para echar mano de la idea de que para ser felices y ser la única manera de existir es no dejar de comprar. Esto nos lleva a la realidad de que no solo el producto es el que se vende, sino la idea de plenitud.

Y por otro nos encontramos con el efecto contagio, mediante el cual pareciera que el articulo en cuestión nos confiriera las cualidades de quien lo esta anunciando. Solo así concebimos al mundo. No somos capaces de tolerar la falta en nosotros mismos así que nos empeñamos en llenarla con la ficticia idea de que comprar lo hará posible. Para darse cuenta de que tan arraigada esta idea solo debemos analizar los valores que se nos presentan a diario.

Según la teoría psicoanalítica las personas sólo pueden ser mientras existan en referencia para otras personas. Por lo que la necesidad de encajar en la sociedad actual es importante para algunos; y es que esta obsesión no es solo propia de un solo sector poblacional, esto se ha trasladado a todos los ámbitos y sectores donde todos quieren ser más teniendo más.

Pero la búsqueda de llenar ese vacio existencial nos lanza a una cruzada sin final. Entre más compramos menos satisfechos nos sentimos por que debido a las estrategias de ventas, siempre vendrá algo que supere lo que ya tenemos. Y es que mientras estemos condenados a comprar las sonrisas que nos venden, nunca podremos acceder a una propia.

Concebimos nuestra vida como consecuencia de nuestras libertades, pero paradójicamente la abundancia de elección nos limita, acosa y tiraniza por que la variedad de opciones sin guía acaba hundiéndonos en la indecisión, la inseguridad  y desesperanza. Vivimos atrapados en medio de un perverso aparato comercial que se aprovecha de nosotros.

Por lo que Thorstein Veblen acuño el término "Consumidor Conspicuo" en su libro Teoría de la clase ociosa (1934), dicho concepto se refiere al consumo que se realiza para alardear y satisfacer el deseo de sentirnos superiores. Y es que desde épocas remotas la adquision de bienes era propia de clases pudiente y gobernantes. Demostrando el verdadero poder de superioridad, aunque fuera solo simbólico, de estos círculos. Todos los gobernantes mundiales debían, e incluso todavía deben de,  poseer un modo de vida que estableciera una diferencia que aterrara e intimidara a los demás.

Efectivamente las coronas cuajadas de piedras preciosas, los abrigos de armiño, la joyería ostentosa, los adornos de materiales caros, los trajes de plumas o pieles exóticas no son más que reivindicaciones culturales de la exhibición natural de los animales en época de apareamiento y dominio territorial. Aunque actualmente esta clase de ostentación el mensaje es un poco diferente.

Luego de la Segunda Guerra Mundial las reglas cambiaron en el mundo, queramos o no, la producción en serie, el abaratamiento de los costos de los productos y la necesidad de reactivad la economía provocaron que una economía dependiera de otro. Las personas de niveles socioeconómicos más bajos ahora pudieran acceder a productos que anteriormente solo esteban destinado a los de más alto nivel. Productos electrónicos, automóviles, casas con servicios primarios, muebles adecuados, ropa vistosa, etcétera. Sencillamente por que ahora el poder adquisitivo de los de arriba aumentaría en proporción a las compras realizadas por los de abajo.

Los bienes materiales son parte visible de lo que, para bien o para mal, hemos logrado en nuestro ascenso dentro de nuestra civilización.

Como diría uno de los padres del siglo XXI, Tyler Durden:
You're not your job. You're not how much money you have in the bank. You're not the car you drive. You're not the contents of your wallet. You're not your fucking khakis...

Tú no eres tu trabajo. Tú no eres cuanto dinero tienes en el banco. Tú no eres el carro que manejas. Tu no eres el contenido de tu billetera. Tú no eres tus chingados Khakis...
Traducción en español.

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